Prisión Provincial Canaletas, Ciego de Ávila, 27 de agosto de 2009, (SDP) Debo enmendar un testimonio anterior de igual título. Un breve resumen de incidencias, un repaso esclarecedor de eventos, será lo indicado.
A principios de este año, toda la población penal de Canaletas fue vestida con uniforme de preso común. Me niego a vestir tal uniforme y soy confinado a una celda de aislamiento. El intenso frío y la humedad golpean muy fuerte mi artrosis generalizada. Me declaro en huelga de hambre y tengo que abandonarla. No se trató de un descalabro físico, fue algo de naturaleza síquica. Comienzo a usar el uniforme y mi autoestima se desploma. Caigo en un profundo estado depresivo y soy ingresado en la sala de penados del Hospital Provincial ‘Antonio Luaces Iraola’.
A partir de aquí, rehago mi testimonio.
En esta sala, se encontraba un recluso a quien conocía por haber compartido en el mismo destacamento de Canaletas. Su esposa es médica, especializada en oftalmología y directora del Centro Oftalmológico de este hospital. Ella solía visitar a su esposo y en una de estas visitas, le habló de mi mala visión. Me examinó y planteó la necesidad de operar mis avanzadas cataratas.
Días después, el clínico jefe de la sala de penados, también planteó la operación y mi esposa también lo pidió. Acepto operarme y es desde este momento que se abre el telón y aparece en escena la policía de Seguridad del Estado. Desde este momento, la Seguridad del Estado irrumpe para boicotear mi operación mediante presiones a esta doctora.
El día señalado para esta operación, a última hora y ya en el quirófano, aparece esta misma doctora para realizarme un último examen oftalmológico. Este arrojó que padecía una infección llamada blefaritis. Que será necesario eliminarla antes de la operación. Estoy convencido que se trató sólo de un pretexto para dar largas a la operación y para dar paso en la escena a la mayor del Ministerio del Interior, jefa de los servicios médicos de esa institución. Esta propuso trasladarme para La Habana, para que fuera operado en el Instituto de Oftalmología ‘Ramón Pando Ferrer’, antigua ‘Liga Contra la Ceguera’.
Su subordinada y adjunta me hizo varias visitas a la sala de penados, hasta que fui trasladado de forma abrupta al penal. La subordinada, manifestó sorpresa ante el hecho por desconocer cómo y por qué había sido devuelto a Canaletas. Mientras, el oficial de la Seguridad del Estado en el penal, aseguraba que, “…a más tardar la semana que viene, lo trasladamos para La Habana, para operarlo”. Esto fue el día 10 de junio último, pasado el 25 de agosto, no se habló más de operaciones o de traslado para La Habana. Yo por mi parte, no he hecho más preguntas.
El esposo de la referida doctora, andaba en gestiones de una licencia extrapenal producto de sus padecimientos físicos. Su expediente se completó durante este proceso, y se entregó al Tribunal para su tramitación final. Sólo quedaría tiempo para la esperada licencia. Este es uno de los elementos empleados para tramitar su participación en esta jugada. Esto además de su posición como directora de la Clínica Oftalmológica.
Nunca hubo, hay, ni habrá intenciones ni voluntad de operarme de las cataratas, la hernia discal o los osteolitos de la región cervical por parte de la policía de Seguridad del Estado.
Por todo lo antes expuesto, retomo mi posición anterior de no aceptar someterme a ninguna intervención quirúrgica mientras esté encarcelado.
primaveradigital@gmail.com
A principios de este año, toda la población penal de Canaletas fue vestida con uniforme de preso común. Me niego a vestir tal uniforme y soy confinado a una celda de aislamiento. El intenso frío y la humedad golpean muy fuerte mi artrosis generalizada. Me declaro en huelga de hambre y tengo que abandonarla. No se trató de un descalabro físico, fue algo de naturaleza síquica. Comienzo a usar el uniforme y mi autoestima se desploma. Caigo en un profundo estado depresivo y soy ingresado en la sala de penados del Hospital Provincial ‘Antonio Luaces Iraola’.
A partir de aquí, rehago mi testimonio.
En esta sala, se encontraba un recluso a quien conocía por haber compartido en el mismo destacamento de Canaletas. Su esposa es médica, especializada en oftalmología y directora del Centro Oftalmológico de este hospital. Ella solía visitar a su esposo y en una de estas visitas, le habló de mi mala visión. Me examinó y planteó la necesidad de operar mis avanzadas cataratas.
Días después, el clínico jefe de la sala de penados, también planteó la operación y mi esposa también lo pidió. Acepto operarme y es desde este momento que se abre el telón y aparece en escena la policía de Seguridad del Estado. Desde este momento, la Seguridad del Estado irrumpe para boicotear mi operación mediante presiones a esta doctora.
El día señalado para esta operación, a última hora y ya en el quirófano, aparece esta misma doctora para realizarme un último examen oftalmológico. Este arrojó que padecía una infección llamada blefaritis. Que será necesario eliminarla antes de la operación. Estoy convencido que se trató sólo de un pretexto para dar largas a la operación y para dar paso en la escena a la mayor del Ministerio del Interior, jefa de los servicios médicos de esa institución. Esta propuso trasladarme para La Habana, para que fuera operado en el Instituto de Oftalmología ‘Ramón Pando Ferrer’, antigua ‘Liga Contra la Ceguera’.
Su subordinada y adjunta me hizo varias visitas a la sala de penados, hasta que fui trasladado de forma abrupta al penal. La subordinada, manifestó sorpresa ante el hecho por desconocer cómo y por qué había sido devuelto a Canaletas. Mientras, el oficial de la Seguridad del Estado en el penal, aseguraba que, “…a más tardar la semana que viene, lo trasladamos para La Habana, para operarlo”. Esto fue el día 10 de junio último, pasado el 25 de agosto, no se habló más de operaciones o de traslado para La Habana. Yo por mi parte, no he hecho más preguntas.
El esposo de la referida doctora, andaba en gestiones de una licencia extrapenal producto de sus padecimientos físicos. Su expediente se completó durante este proceso, y se entregó al Tribunal para su tramitación final. Sólo quedaría tiempo para la esperada licencia. Este es uno de los elementos empleados para tramitar su participación en esta jugada. Esto además de su posición como directora de la Clínica Oftalmológica.
Nunca hubo, hay, ni habrá intenciones ni voluntad de operarme de las cataratas, la hernia discal o los osteolitos de la región cervical por parte de la policía de Seguridad del Estado.
Por todo lo antes expuesto, retomo mi posición anterior de no aceptar someterme a ninguna intervención quirúrgica mientras esté encarcelado.
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