Lawton, La Habana, marzo 5 de 2009, (SDP) Los últimos cambios realizados por el sucesor dinástico, dan la medida de que la ausencia de Fidel Castro es definitiva. Sólo queda uno, entre los jefes de ejército nombrados por Fidel Castro: El general de cuerpo de ejército, Leopoldo Cintra Frías, (Polito) quien en arranque de inaudita guataquería (léase fuera de Cuba: adulonería) dijo que si la Asamblea Nacional destituía a Fidel Castro, él, con sus tanques le caía a cañonazos y lo restituía en su puesto.
Sólo queda Polito. Como no queda nada que restituir, quizás deje sus tanques en el garaje y espere con paciencia el pijama rosado con flores. Ese que destina el sucesor dinástico, para el retiro de los generales buenos y obedientes del estilo de Polito. Eso, si no tiene que mirarse al espejo, llorar, hablar ‘con-mi-mismo’ y fusilar.
Quedan fuera de la nómina, Carlos Lage Dávila, Felipe Pérez Roque, Carlitos Balenciaga y Otto Rivero entre otras brillantes y corruptas nulidades. No me parece adecuado el término ‘liberado’ que usa el metalenguaje oficial. En Cuba, sólo se libera el que se va o nos liberamos todos cuando muera el sistema.
La buena noticia es que el diseño raulista contempla un trabajo de consolidación lento e institucional, sin los saltos teatrales a que fue aficionado en vida, el Anciano Fidel. Los políticos-presidentes de la Izquierda-letrina de América Latina, más el apoyo del Puma Zapatero y los Chacales-Inversionistas-Socialistas de España, junto a otros canallas de las derechas, las izquierdas o el centro, que para el caso es igual, dan la medida de un indiscutido éxito inicial para los raulistas.
Bruno Rodríguez Parrilla, el nuevo canciller, nunca demostró cualidades que le permitan clasificar como exitoso bufón político. A diferencia del trío que tanto hizo reír, Roa-Robaina-Pérez Roque, Parrilla que procede de los predios de la Inteligencia Militar, es más grave y no sabe sonreír o hacer reír. Tampoco interpreta pensamientos ajenos, es pragmático y sólo cumple órdenes. ‘La vida’, insiste en demostrar que es más saludable elaborar un pensamiento propio, que interpretar otro ajeno. Esta parece ser la lección para Felipe Pérez Roque. Quizás hoy en la soledad de su caída, haya aprendido esta necesaria lección para un futuro hipotético y de ahora en lo adelante, se equivoque con su cabeza.
Dicen que Carlos Lage no es exactamente una mala persona. Se destacaba por sus camisas de cuadros de mangas cortas, baratas y al alcance de todos, por sus pantalones corrientes y por cierta empatía con el de abajo, que ganó en sus días estudiante de medicina y el brevísimo tiempo que sirvió como médico. Paradójicamente, fue además el heraldo del odio al cubano del Comandante. Puso en marcha las medidas más impopulares concebidas por Fidel Castro. Inexplicablemente el pueblo no le recuerda con ira. Esto a pesar de que en las últimas de las llamadas Reflexiones, atribuidas a Fidel Castro, este le llame hoy, entre otras cosas, ‘ambicioso’. ¡Que cosa!
Otto Rivero era un bandidazo. La gente olvidó con demasiada facilidad su rostro, tan intrascendente como su trabajo, en esa perdida y costosa ‘Batalla de Ideas’. Lo que nadie olvida son los episodios de divertida corrupción en que se dice, estuvo involucrado. Fue el ‘Chivichana’ de ‘La Tremenda Corte’ castrista, castigado y vuelto a colocar en la escena, hasta la última vez.
Carlitos Balenciaga, fue el hijo que Dios le negó a Fidel Castro. Eficiente y escurridizo, hay poquísimas fotos de este eficientísimo secretario. Junto al hierático y fiel jefe de su escolta, fueron los perros más fieles del infierno de Fidel Castro. Patrocinador de autores, libros y una profusa iconografía fidelista, Carlitos era como aquellas célebres nulidades que sirvieron como ayudantes de Hitler y como testigos de ciertos rasgos que identificaron al monstruo germano, como parte incierta del género humano. Si no sufre un oportuno accidente, servirá de fuente fidedigna de información sobre una época.
En relación con el resto de los fidelistas caídos, no habrá lamentaciones. Una serie de nombres grises, que no serán echados de menos. Que no marcaron la diferencia con cosa alguna. Unidos en el imaginario popular bajo el rubro, ‘esta gente’, les espera ciertamente el olvido. Esperemos que además encuentren perdón.
jgonzafeb@yahoo.com
Sólo queda Polito. Como no queda nada que restituir, quizás deje sus tanques en el garaje y espere con paciencia el pijama rosado con flores. Ese que destina el sucesor dinástico, para el retiro de los generales buenos y obedientes del estilo de Polito. Eso, si no tiene que mirarse al espejo, llorar, hablar ‘con-mi-mismo’ y fusilar.
Quedan fuera de la nómina, Carlos Lage Dávila, Felipe Pérez Roque, Carlitos Balenciaga y Otto Rivero entre otras brillantes y corruptas nulidades. No me parece adecuado el término ‘liberado’ que usa el metalenguaje oficial. En Cuba, sólo se libera el que se va o nos liberamos todos cuando muera el sistema.
La buena noticia es que el diseño raulista contempla un trabajo de consolidación lento e institucional, sin los saltos teatrales a que fue aficionado en vida, el Anciano Fidel. Los políticos-presidentes de la Izquierda-letrina de América Latina, más el apoyo del Puma Zapatero y los Chacales-Inversionistas-Socialistas de España, junto a otros canallas de las derechas, las izquierdas o el centro, que para el caso es igual, dan la medida de un indiscutido éxito inicial para los raulistas.
Bruno Rodríguez Parrilla, el nuevo canciller, nunca demostró cualidades que le permitan clasificar como exitoso bufón político. A diferencia del trío que tanto hizo reír, Roa-Robaina-Pérez Roque, Parrilla que procede de los predios de la Inteligencia Militar, es más grave y no sabe sonreír o hacer reír. Tampoco interpreta pensamientos ajenos, es pragmático y sólo cumple órdenes. ‘La vida’, insiste en demostrar que es más saludable elaborar un pensamiento propio, que interpretar otro ajeno. Esta parece ser la lección para Felipe Pérez Roque. Quizás hoy en la soledad de su caída, haya aprendido esta necesaria lección para un futuro hipotético y de ahora en lo adelante, se equivoque con su cabeza.
Dicen que Carlos Lage no es exactamente una mala persona. Se destacaba por sus camisas de cuadros de mangas cortas, baratas y al alcance de todos, por sus pantalones corrientes y por cierta empatía con el de abajo, que ganó en sus días estudiante de medicina y el brevísimo tiempo que sirvió como médico. Paradójicamente, fue además el heraldo del odio al cubano del Comandante. Puso en marcha las medidas más impopulares concebidas por Fidel Castro. Inexplicablemente el pueblo no le recuerda con ira. Esto a pesar de que en las últimas de las llamadas Reflexiones, atribuidas a Fidel Castro, este le llame hoy, entre otras cosas, ‘ambicioso’. ¡Que cosa!
Otto Rivero era un bandidazo. La gente olvidó con demasiada facilidad su rostro, tan intrascendente como su trabajo, en esa perdida y costosa ‘Batalla de Ideas’. Lo que nadie olvida son los episodios de divertida corrupción en que se dice, estuvo involucrado. Fue el ‘Chivichana’ de ‘La Tremenda Corte’ castrista, castigado y vuelto a colocar en la escena, hasta la última vez.
Carlitos Balenciaga, fue el hijo que Dios le negó a Fidel Castro. Eficiente y escurridizo, hay poquísimas fotos de este eficientísimo secretario. Junto al hierático y fiel jefe de su escolta, fueron los perros más fieles del infierno de Fidel Castro. Patrocinador de autores, libros y una profusa iconografía fidelista, Carlitos era como aquellas célebres nulidades que sirvieron como ayudantes de Hitler y como testigos de ciertos rasgos que identificaron al monstruo germano, como parte incierta del género humano. Si no sufre un oportuno accidente, servirá de fuente fidedigna de información sobre una época.
En relación con el resto de los fidelistas caídos, no habrá lamentaciones. Una serie de nombres grises, que no serán echados de menos. Que no marcaron la diferencia con cosa alguna. Unidos en el imaginario popular bajo el rubro, ‘esta gente’, les espera ciertamente el olvido. Esperemos que además encuentren perdón.
jgonzafeb@yahoo.com
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