jueves, 5 de marzo de 2009

MI VOTO POR LA FIRMEZA, Pablo Pacheco Ávila




Prisión de Canaleta, Ciego de Ávila, marzo 5 de 2009, (SDP) Existen muchas razones para escribir, pero ninguna como esas que nos identifican como hombres de bien. Dentro de varios días se cumplirán seis años del injusto pero fructífero arresto del Grupo de los 75. Cualquiera que lea o escuche estas palabras, pensará que he sido víctima de demencia precoz, pero no es así. Aquellos que nos arrestaron y tienen el poder y la fuerza en nuestro país, lo saben mejor que nadie.

Ahora tienen que lidiar con hombres y mujeres que realizan una labor similar a la que realizó el Grupo de los 75. Aunque se trata de una labor pacífica, ellos están sometidos a una vigilancia total. Me enorgullezco completamente de ellos y de lo que hacen para bien de Cuba.

Los 75 fuimos sancionados por leyes que se asemejan más a las de la Roma de los emperadores, que a las del mundo civilizado en que vivimos. Hoy recuerdo con placer mis primeros pasos en la disidencia. Pienso que como yo, la mayoría de los 75, y otros presos políticos, no visualizábamos en aquel momento un horizonte seguro. Hoy todo es muy diferente. A pesar de las vicisitudes del cautiverio, continuamos firmes como el primer día y ya son seis años, repito, seis años de injusta adversidad.

Las autoridades de la Isla, no han escatimado esfuerzos en hacernos ver dentro y fuera de Cuba como traidores, mercenarios y asalariados del Imperio. Aun y cuando esto ha sido necesario, hemos criticado a los Estados Unidos, pero al parecer eso no les importa.

Curiosamente, el propio presidente, Raúl Castro, ha dejado ver la posibilidad real de hacer un canje de nosotros, por los cinco hombres a los que ellos llaman héroes, pienso que más por el valor de no claudicar, que por la labor que allí realizaron. Ahora bien, hoy existe una incógnita dentro de todo este revoltillo político. Los 75 son héroes como llaman a los cinco, o los cinco han sido depreciados por su propia gente, a la condición de mercenarios.

En estos años en que he aprendido a ser más cubano y humano, he aprendido con dolor cuanto pesa la separación de los seres más queridos. Pienso en mi hijo a quien dejé de cuatro años y hoy está por cumplir once. Aun es muy joven para comprender cabalmente, porque su padre está preso. Me viene a la mente su noveno cumpleaños, cuando me preguntó a quemarropa: “¿Papá, por qué estás preso?”. Quedé sin palabras y sólo logré decirle, “Por amar demasiado a Cuba”. Permaneció callado casi el resto de la visita, cosa poco común en él.

Espero que Dios con su amor y sabiduría les haga comprender a nuestros hijos cual fue el precio a pagar por la libertad. De nuestras esposas, ¡que les podría decir! Ellas nos estimulan a seguir adelante. Son nuestro orgullo más preciado.
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