Habana Vieja, La Habana, marzo 5 de 2009, (SDP) Parece que a Binyam Mohamed se le encoge el alma cuando escucha la palabra Guantánamo. Allí entre rejas y candados dejó cuatro años de su existencia. Asegura que fue torturado por los servicios de inteligencia británicos durante su cautiverio por sospechas de tener vínculos con el terrorismo internacional. Eso promulga a los cuatro vientos y solo el tiempo puede despejar la incógnita.
Me inclino por pensar en que las motivaciones previas a su detención en Paquistán y posterior traslado a la cárcel ubicada dentro del perímetro de la Base Naval que mantiene Estados Unidos en territorio cubano, no tienen nada que ver con el azar, ni con otras causas tomadas a la ligera.
En los archivos a disposición de los órganos de inteligencia, seguramente figuraban datos que comprometían a Mohamed en algún tipo de confabulación con extremistas capaces de activar el odio y las bombas contra la civilización occidental.
Inclinarse por tales consideraciones no exime que se hayan cometido faltas por parte de captores y carceleros, pero todo saldrá a la luz a su debido momento. Ya se han activado los mecanismos del Estado de Derecho para escarbar sobre la realidad y que los hechos hablen por sí solos, al margen de posibles manipulaciones y falta de transparencia-de ambas partes- que pudieran estar interfiriendo en el caso.
Binyam Mohamed es un etíope con residencia en el Reino Unido. De vuelta a Londres proclama su inocencia e insiste en que sufrió torturas en los 48 meses de encierro. Puede hacer la denuncia y cuenta con un abogado para que sus reclamos de justicia no sean arrastrados por el viento hacia los señoríos del olvido.
La prensa oficial cubana publica la noticia, la amplifica y en la cobertura se observa un perfil abiertamente parcializado, con el ánimo de favorecer una interpretación que certifique los presuntos abusos contra el ex prisionero.
Esos periodistas que se encargan de crucificar- a diario- la decencia, el respeto y la responsabilidad en el ejercicio de su profesión, solo ven los detalles ocurridos en ese lado de Guantánamo. ¿Por qué ocultan que cerca de allí, bajo la soberanía del gobierno cubano, existe una imponente prisión que alberga a más de 2000 prisioneros?
En el Combinado Provincial de Guantánamo, se maltrata, se atropella sin el menor pudor, se tortura con el consentimiento de las autoridades de ese centro construido en la década del 70 del siglo XX y por donde han pasado decenas de miles de jóvenes, entre ellos un número significativo de presos políticos y de conciencia.
Mohamed, independientemente de su culpabilidad o inocencia, ha tenido suerte. Está en libertad y puede hacer uso de derechos civiles y legales en la búsqueda de compensaciones morales o de otra naturaleza. Considera que fue torturado y ahora debe probarlo ante la opinión pública.
Hay muchas personas que pudieran contar las experiencias vividas en la otra cárcel de Guantánamo -que rozan o entran de lleno- en el campo de la tortura. Los protagonistas de estos testimonios son todos cubanos, nacidos durante los 50 años de Revolución Socialista.
Desafortunadamente no tenemos la suerte de Binyam Mohamed. Aquí todos los periódicos, los órganos de justicia y el país entero, son propiedades del partido comunista.
Es harto sabido que el régimen cuenta con múltiples tácticas para destruir la voluntad del ser humano. Para lograr sus propósitos tiene una desproporcionada geografía carcelaria y una impunidad de límites difusos.
¿En qué términos valdría encasillar el hecho de mantener aislado a un hombre en una celda por espacio de 8 meses, enfermo y sin asistencia médica?
¿Qué se podría decir de la recurrente maldad de ser alimentado con productos más apropiados para cerdos que para personas?
¿Cómo describir la obligada convivencia entre criminales de alta peligrosidad y desajustados mentales con lo que esto significa para quién no tiene nada en común con esos ambientes?
Esto es solo una minúscula muestra de lo que padecí en la cárcel de Guantánamo. Todo eso y mucho más, por escribir artículos y comentarios fuera del guión oficial. Milagrosamente puedo continuar abordando el tema, aunque todavía entre rejas. Salí de Guantánamo, pero en mi casa sigo preso. Esa es la sensación entre tantos policías, decretos, soplones, tribunales inquisitoriales y la siempre latente premonición de ser acusado de cualquier cosa. La que se le antoje a los administradores del poder absoluto.
oliverajorge75@yahoo.com
Me inclino por pensar en que las motivaciones previas a su detención en Paquistán y posterior traslado a la cárcel ubicada dentro del perímetro de la Base Naval que mantiene Estados Unidos en territorio cubano, no tienen nada que ver con el azar, ni con otras causas tomadas a la ligera.
En los archivos a disposición de los órganos de inteligencia, seguramente figuraban datos que comprometían a Mohamed en algún tipo de confabulación con extremistas capaces de activar el odio y las bombas contra la civilización occidental.
Inclinarse por tales consideraciones no exime que se hayan cometido faltas por parte de captores y carceleros, pero todo saldrá a la luz a su debido momento. Ya se han activado los mecanismos del Estado de Derecho para escarbar sobre la realidad y que los hechos hablen por sí solos, al margen de posibles manipulaciones y falta de transparencia-de ambas partes- que pudieran estar interfiriendo en el caso.
Binyam Mohamed es un etíope con residencia en el Reino Unido. De vuelta a Londres proclama su inocencia e insiste en que sufrió torturas en los 48 meses de encierro. Puede hacer la denuncia y cuenta con un abogado para que sus reclamos de justicia no sean arrastrados por el viento hacia los señoríos del olvido.
La prensa oficial cubana publica la noticia, la amplifica y en la cobertura se observa un perfil abiertamente parcializado, con el ánimo de favorecer una interpretación que certifique los presuntos abusos contra el ex prisionero.
Esos periodistas que se encargan de crucificar- a diario- la decencia, el respeto y la responsabilidad en el ejercicio de su profesión, solo ven los detalles ocurridos en ese lado de Guantánamo. ¿Por qué ocultan que cerca de allí, bajo la soberanía del gobierno cubano, existe una imponente prisión que alberga a más de 2000 prisioneros?
En el Combinado Provincial de Guantánamo, se maltrata, se atropella sin el menor pudor, se tortura con el consentimiento de las autoridades de ese centro construido en la década del 70 del siglo XX y por donde han pasado decenas de miles de jóvenes, entre ellos un número significativo de presos políticos y de conciencia.
Mohamed, independientemente de su culpabilidad o inocencia, ha tenido suerte. Está en libertad y puede hacer uso de derechos civiles y legales en la búsqueda de compensaciones morales o de otra naturaleza. Considera que fue torturado y ahora debe probarlo ante la opinión pública.
Hay muchas personas que pudieran contar las experiencias vividas en la otra cárcel de Guantánamo -que rozan o entran de lleno- en el campo de la tortura. Los protagonistas de estos testimonios son todos cubanos, nacidos durante los 50 años de Revolución Socialista.
Desafortunadamente no tenemos la suerte de Binyam Mohamed. Aquí todos los periódicos, los órganos de justicia y el país entero, son propiedades del partido comunista.
Es harto sabido que el régimen cuenta con múltiples tácticas para destruir la voluntad del ser humano. Para lograr sus propósitos tiene una desproporcionada geografía carcelaria y una impunidad de límites difusos.
¿En qué términos valdría encasillar el hecho de mantener aislado a un hombre en una celda por espacio de 8 meses, enfermo y sin asistencia médica?
¿Qué se podría decir de la recurrente maldad de ser alimentado con productos más apropiados para cerdos que para personas?
¿Cómo describir la obligada convivencia entre criminales de alta peligrosidad y desajustados mentales con lo que esto significa para quién no tiene nada en común con esos ambientes?
Esto es solo una minúscula muestra de lo que padecí en la cárcel de Guantánamo. Todo eso y mucho más, por escribir artículos y comentarios fuera del guión oficial. Milagrosamente puedo continuar abordando el tema, aunque todavía entre rejas. Salí de Guantánamo, pero en mi casa sigo preso. Esa es la sensación entre tantos policías, decretos, soplones, tribunales inquisitoriales y la siempre latente premonición de ser acusado de cualquier cosa. La que se le antoje a los administradores del poder absoluto.
oliverajorge75@yahoo.com
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