San Antonio de los Baños, Habana, marzo 5 de 2009, (SDP) Hace algún tiempo, el diplomático de un país ex -socialista comentó: “La oposición al totalitarismo necesita masividad. Nosotros lo enfrentamos en Europa pero vestíamos bien, teníamos automóvil, fax, computadora y dinero en el bolsillo. Poco a poco el pueblo se nos fue uniendo. Los opositores cubanos visten mal, tienen rotos los zapatos, no tienen reloj, andan a pie, pasan hambre y no tienen un céntimo. (Sic). Son muy valientes y abnegados pero no son el mejor ejemplo y así no conseguirán que se les unan muchos ciudadanos.”
Por el mismo tiempo, en una entrevista radiada, el ex general exiliado Rafael del Pino aseguro: “Vamos a dejarnos de boberías, los que le hacen un daño real al castrismo son los opositores que se mantienen allá realizando denuncias…”
Los opositores en la isla somos el frente de batalla y el exilio, muy superior en número, es la retaguardia que, aunque no puede suplir las bajas que ocurren en la isla, tiene dos deberes con los cuales cumplir:
1- Dar curso a las denuncias que salen de Cuba (eso lo hacen).
2-Garantizar la supervivencia de las organizaciones opositoras dentro de Cuba. (Lamentablemente, esto no lo hacen como se debe).
Cada vez que el gobierno cubano consigue demostrar que algún opositor pacífico recibió una magra ayuda, desencadena una tormenta mediática, chismería incluida.
La táctica principal del castrismo es ahogar a la oposición interna por asfixia económica para expulsarlos del país. Una bocanada de aire que llegue a un opositor interno es como una bofetada al gobierno cubano pero… el exilio no lee el mensaje.
Estamos ante el caso insólito en que el enemigo gime y en vez de golpearle ahí donde le duele, se le golpea en otro lugar. Lo paradójico es que el exilio desespera porque se acabe el castrismo pero, sin darse cuenta, lo ayuda en su perpetuidad.
El gobierno cubano trata permanente de estrangular a la oposición interna con desempleo, difamaciones, aislamiento, vigilancia, amenazas, provocaciones, agresiones, citaciones y cárcel. Así consigue expulsar a muchos del país y frena el crecimiento de la oposición activa dentro de la isla.
Aparte de estar al tanto de lo que ocurre en Cuba para garantizar la denuncia pública de la represión estatal, lo único que puede hacer el exilio es apoyar contundentemente a la oposición de la isla evitando que la estrangulen en lo económico pero…NO LO HACEN.
No digo que el exilio no empuje sino que se equivoca y en vez de empujar al castrismo hacia el barranco en todo momento, unas veces lo hace y otras lo empuja hacia el firme.
Muchas criticas ha recibido la oposición cubana en la isla por su fraccionamiento pero,
¿ donde dejamos al exilio?
En la década de los 90, la disidencia interna en Cuba debió recurrir a la minimización grupal para protegerse de la represión de la policía política. Hoy se supera rápidamente esa situación y se forman bloques y organizaciones. La Agenda para la Transición, salvo un par de excepciones, lidera aquí la oposición interna cubana.
A pesar que el gobierno cubano se afana queriendo demostrar que la oposición interior es manipulada por la “mafia miamense” resulta que la mayor discrepancia entre exilio e insilio esta precisamente ahí. Acá nadie se deja dictar líneas de conducta por los hermanos que están lejos del contacto directo con la realidad cotidiana cubana. Se escucha a todos, pero escuchar no significa acatar.
Cada vez que el gobierno cubano hace una movida, persigue cortar cualquier ayuda a la disidencia interna. Lo peor de todo es que lo consigue.
Mas del 95 % de la oposición en la isla no ha visto nunca ni un centavo de la ayuda norteamericana. Los que han recibido algo necesitan lupas para verlo, aunque, como regla, son quienes más caro han pagado su condición opositora. Esto explica por que la inmensa mayoría de la oposición al castrismo está en el exilio, que es precisamente lo que desea el gobierno cubano.
La única industria eficiente que ha creado el castro-comunismo es el cultivo de la envidia y los odios; por eso necesitan mantener a la población en extrema pobreza anuncian que la disidencia recibe 46 millones de dólares y así bloquean la ayuda doméstica.
Si la oposición en Cuba recibiera solo la cuarta parte de esa cifra, que por cierto no lo aporta el exilio sino el presupuesto norteamericano, hace rato que el castrismo fuera historia.
Las paupérrimas condiciones en que viven la mayoría de los opositores en la isla no ayudan al crecimiento numérico de la oposición.
Resumiendo: la ayuda sigue sin llegar a la isla, porque técnicamente es así, el totalitarismo sigue perpetuándose, el exilio seguirá creciendo y la ya muy deteriorada salud de los opositores internos seguirá empeorando.
En esta situación, los Estados Unidos ya se pueden ahorrar el desembolso y resolver el problema de la disidencia interna cubana enviándole féretros.
primaveradigital@gmail.com
NOTA: El autor de este escrito se encontraba mortalmente enfermo con un cáncer en fase terminal, que no tenía o desconocía tenerlo en el momento de escribir este trabajo. Acaba de fallecer el martes 24-2-09. Era periodista Independiente, Corresponsalía San Antonio de los Baños. Unidad Liberal de la Republica de Cuba.
Por el mismo tiempo, en una entrevista radiada, el ex general exiliado Rafael del Pino aseguro: “Vamos a dejarnos de boberías, los que le hacen un daño real al castrismo son los opositores que se mantienen allá realizando denuncias…”
Los opositores en la isla somos el frente de batalla y el exilio, muy superior en número, es la retaguardia que, aunque no puede suplir las bajas que ocurren en la isla, tiene dos deberes con los cuales cumplir:
1- Dar curso a las denuncias que salen de Cuba (eso lo hacen).
2-Garantizar la supervivencia de las organizaciones opositoras dentro de Cuba. (Lamentablemente, esto no lo hacen como se debe).
Cada vez que el gobierno cubano consigue demostrar que algún opositor pacífico recibió una magra ayuda, desencadena una tormenta mediática, chismería incluida.
La táctica principal del castrismo es ahogar a la oposición interna por asfixia económica para expulsarlos del país. Una bocanada de aire que llegue a un opositor interno es como una bofetada al gobierno cubano pero… el exilio no lee el mensaje.
Estamos ante el caso insólito en que el enemigo gime y en vez de golpearle ahí donde le duele, se le golpea en otro lugar. Lo paradójico es que el exilio desespera porque se acabe el castrismo pero, sin darse cuenta, lo ayuda en su perpetuidad.
El gobierno cubano trata permanente de estrangular a la oposición interna con desempleo, difamaciones, aislamiento, vigilancia, amenazas, provocaciones, agresiones, citaciones y cárcel. Así consigue expulsar a muchos del país y frena el crecimiento de la oposición activa dentro de la isla.
Aparte de estar al tanto de lo que ocurre en Cuba para garantizar la denuncia pública de la represión estatal, lo único que puede hacer el exilio es apoyar contundentemente a la oposición de la isla evitando que la estrangulen en lo económico pero…NO LO HACEN.
No digo que el exilio no empuje sino que se equivoca y en vez de empujar al castrismo hacia el barranco en todo momento, unas veces lo hace y otras lo empuja hacia el firme.
Muchas criticas ha recibido la oposición cubana en la isla por su fraccionamiento pero,
¿ donde dejamos al exilio?
En la década de los 90, la disidencia interna en Cuba debió recurrir a la minimización grupal para protegerse de la represión de la policía política. Hoy se supera rápidamente esa situación y se forman bloques y organizaciones. La Agenda para la Transición, salvo un par de excepciones, lidera aquí la oposición interna cubana.
A pesar que el gobierno cubano se afana queriendo demostrar que la oposición interior es manipulada por la “mafia miamense” resulta que la mayor discrepancia entre exilio e insilio esta precisamente ahí. Acá nadie se deja dictar líneas de conducta por los hermanos que están lejos del contacto directo con la realidad cotidiana cubana. Se escucha a todos, pero escuchar no significa acatar.
Cada vez que el gobierno cubano hace una movida, persigue cortar cualquier ayuda a la disidencia interna. Lo peor de todo es que lo consigue.
Mas del 95 % de la oposición en la isla no ha visto nunca ni un centavo de la ayuda norteamericana. Los que han recibido algo necesitan lupas para verlo, aunque, como regla, son quienes más caro han pagado su condición opositora. Esto explica por que la inmensa mayoría de la oposición al castrismo está en el exilio, que es precisamente lo que desea el gobierno cubano.
La única industria eficiente que ha creado el castro-comunismo es el cultivo de la envidia y los odios; por eso necesitan mantener a la población en extrema pobreza anuncian que la disidencia recibe 46 millones de dólares y así bloquean la ayuda doméstica.
Si la oposición en Cuba recibiera solo la cuarta parte de esa cifra, que por cierto no lo aporta el exilio sino el presupuesto norteamericano, hace rato que el castrismo fuera historia.
Las paupérrimas condiciones en que viven la mayoría de los opositores en la isla no ayudan al crecimiento numérico de la oposición.
Resumiendo: la ayuda sigue sin llegar a la isla, porque técnicamente es así, el totalitarismo sigue perpetuándose, el exilio seguirá creciendo y la ya muy deteriorada salud de los opositores internos seguirá empeorando.
En esta situación, los Estados Unidos ya se pueden ahorrar el desembolso y resolver el problema de la disidencia interna cubana enviándole féretros.
primaveradigital@gmail.com
NOTA: El autor de este escrito se encontraba mortalmente enfermo con un cáncer en fase terminal, que no tenía o desconocía tenerlo en el momento de escribir este trabajo. Acaba de fallecer el martes 24-2-09. Era periodista Independiente, Corresponsalía San Antonio de los Baños. Unidad Liberal de la Republica de Cuba.
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