jueves, 5 de marzo de 2009

LAS ESPECIALISTAS EN GERIATRÍA, Guillermo Fariñas Hernández


Santa Clara, Villa Clara, marzo 5 de 2009, (SDP) Con los nuevos artificios tecnológicos, la industria del sexo ha padecido un vuelco radical en su manera de manifestarse. Hoy día cualquier anciano puede tener un rendimiento sexual óptimo. La ciencia ha puesto en el mercado artificios como la tableta Viagra y algunos más novedosos.

Pero no son todos quienes poseen la solvencia económica para acceder a la compra de ese medicamento estimulador de las erecciones viriles. Una buena parte de la población cubana de mayor edad recurre a grandes esfuerzos y sacrificios para tener un desempeño erótico aceptable.

Los que forman parte de ese estamento poblacional que recibe remesas familiares desde los Estados Unidos de América o de la lejana y antigua Europa, se pueden dar el lujo de comprar una tableta de Viagra o Sidelnafril, las cuales son vendidas en 3 pesos convertibles cubanos, aunque a veces llegan a 5 CUC.

También hay quienes son portadores de una cierta abundancia económica por tener, a pesar de la falta de libertades económicas, solventes negocios, sean estos lícitos o ilícitos. Estos son “los macetas” autóctonos que como buenos machos latinos, necesitan de una buena hembra.

El hecho de tener acceso a estos estimulantes sexuales no resuelve de golpe la necesidad de alquilar a una mujer. No todas las prostitutas están dispuestas a acostarse con viejos. Pero las que hacen el amor a los ancianos, se especializan en estos menesteres y no le tienen asco a su labor.

Para ejercer un oficio tan antiguo como la prostitución, por lo menos en Cuba, no tiene la menor importancia la edad. Aunque las denominadas jineteras sean las más famosas internacionalmente, existen en la isla prostitutas de avanzada edad.

Por lo general, estas féminas fueron, en pretéritas épocas de lozanía, unas siempre apetecidas meretrices. Ahora han perdido facultades juveniles y se ven presionadas a proseguir en la faena. La vejez no es un impedimento para continuar con la oferta de sus atributos sexuales, claro, mientras exista un comprador.

En cada pueblo o campiña de Cuba, el día del cobro de la jubilación de los retirados se transforma en una orgía de sexo comprado que va más allá de las ideologías políticas o las creencias religiosas. De la orgía salen satisfechos tanto las ofertantes meretrices como los ancianos clientes.

Alguna que otra vieja delatora de los aparatos de control social o contrainteligencia que posee el régimen, se puede ir de lengua sobre este tipo de comercio. Pero se da cuenta que sería vista como una loca de atar, pues las ancianas deseosas de disfrutar no cuentan con un cuerpo masculino de prostitutos.

Por eso se escudan en la defensa de la moral socialista y en la pérdida de valores morales a nivel de toda la sociedad, como modo hipócrita de proyectar la gran frustración que las embarga como féminas. Ninguna de estas moralistas ha sido capaz de plantear por qué los viejos revolucionarios tienen sexo alquilado y ellas no.

Una persona que vende su cuerpo cotidianamente por algo a cambio, se autopercibe como alguien que realiza este acto como un oficio igual que otro cualquiera. Desde el punto de vista moral, no tiene ningún tipo de vergüenza respecto a su conducta y considera el rechazo social como una injusticia.

Yeya, una famosa vendedora de sexo a ancianos del barrio El Condado, en la ciudad de Santa Clara, dice: “Con la aparición dentro de Cuba de la Viagra, el trabajo se ha puesto un poco más duro, porque antes liquidabas a un viejo en 5 minutos, pero ya no es así. Lo que hice fue subir la tarifa y continué con mi trabajo”.

Y continúa Yeya con naturalidad: “Todos en este mundo gozan con el sexo. Desde que yo era una niña vivo de eso. No se por qué la policía nos persigue y nos levanta actas de advertencia. Con mis 68 años, mi especialidad son los viejos, yo como otras, somos especialistas en geriatría”.
cocofari62@yahoo.es

No hay comentarios: