La Habana Vieja, La Habana, marzo 5 de 2009 (SDP) El contenido de este artículo es tan difícil que el título que lleva es provisional. Podría llamarse la verdad. Pero sabemos que la verdad es relativa. Para algunos la realidad también es relativa. Todo depende desde las perspectivas y circunstancias en que se perciba. ¿Entonces cómo llamarle? Será el lector quien le ponga el título. Lo que hice fue colocarle una cabeza a este muñeco de palabras.
Para comenzar, digamos que nuestro mundo es un tapiz donde la Humanidad toda ha participado en su composición. Todos hemos sido tejedores menores o mayores, pero es una obra colectiva. Y la pregunta de este texto es ¿cuáles han sido los hilos de la mentira y la verdad, lo oculto y lo expuesto, entre otros muchos hilos, que han participado en esta obra?
Dos hilos fundamentales son la verdad y la mentira. Parece que si faltara el hilo de la mentira o lo oculto, esta obra jamás hubiera cuajado en lo que hoy hemos dado en llamar sociedad.
Hasta el momento no he dicho nada nuevo ni creo que sea necesario. Este trabajo sólo tiene por objetivo abordar la conveniencia o no de un viejo tema: lavar la ropa sucia. Sí, porque soy de los que piensa que la sociedad, al igual que las personas, se tienen que cambiar de tanto en tanto el vestido sin tirarlo a pudrirse en un cesto; y hay que lavarlo.
Una de las ventajas que las “democracias” le llevan a los estados totalitarios es que de cuando en cuando, mal que bien, lavan su ropa. En cambio, la Revolución cubana lleva 50 años con el mismo uniforme y ni tan siquiera es capaz de lavarlo. Si lo anterior es una metáfora se podría decir que nuestro país se ha convertido en una “bola de churre”.
La ventaja política que las “democracias” le marcan a los regímenes totalitarios es que gracias a la “libertad de prensa”, cada 24 horas la sociedad capitalista o semi capitalista, lava la ropa, o parte de la ropa: pero la lava.
En el caso cubano, tenemos que hace medio siglo que la ropa sucia no se lava. Hubo un remojo con poco jabón en el año 1989, cuando los sucesos que conmovieron a la sociedad cubana: CAUSA Nº 1 (el fusilamiento del ex General de Ejército Arnaldo Ochoa y el jefe nacional de las Tropas Especiales Antonio de La Guardia), pero fue sólo un remojo. Estoy seguro que hay trapos sucios que se escondieron y no han sido lavados.
Los trapos sucios cubanos son tantos que tendríamos que redactar un aquí un directorio. Bástenos mencionar lo que hicieron con los cubanos cuando la UMAP (unidades militares de ayuda a la producción), verdaderos campos de concentración con cercas electrificadas al estilo nazi.
Otro súper trapo sucio ha sido lo que a lo largo de 50 años la Revolución ha hecho con lo más preclaro de la intelectualidad cubana. Por poner un ejemplo: tildar a los escritores y artistas de maricones y contrarrevolucionarios.
Estos señores, a los que no se les puede negar que conquistaron el poder con sus testículos, jamás han superado el complejo de advenedizos en materia de cultura humanística. Y el sentimiento de huevones y corajudos jamás ha podido ser desplazado por el arte.
Es cierto que entre “ellos” los hay con sensibilidad para la música y para escribir algún que otro libro con muchas restricciones, pero continúan siendo los muchachos del gatillo alegre del siglo XX y a estas alturas, cuando ya se encuentran en la alcoba de la tercera edad, es improbable que cambien y comiencen a ver el futuro de Cuba con ojos más civilizados.
ramon597@correodecuba.cu
Para comenzar, digamos que nuestro mundo es un tapiz donde la Humanidad toda ha participado en su composición. Todos hemos sido tejedores menores o mayores, pero es una obra colectiva. Y la pregunta de este texto es ¿cuáles han sido los hilos de la mentira y la verdad, lo oculto y lo expuesto, entre otros muchos hilos, que han participado en esta obra?
Dos hilos fundamentales son la verdad y la mentira. Parece que si faltara el hilo de la mentira o lo oculto, esta obra jamás hubiera cuajado en lo que hoy hemos dado en llamar sociedad.
Hasta el momento no he dicho nada nuevo ni creo que sea necesario. Este trabajo sólo tiene por objetivo abordar la conveniencia o no de un viejo tema: lavar la ropa sucia. Sí, porque soy de los que piensa que la sociedad, al igual que las personas, se tienen que cambiar de tanto en tanto el vestido sin tirarlo a pudrirse en un cesto; y hay que lavarlo.
Una de las ventajas que las “democracias” le llevan a los estados totalitarios es que de cuando en cuando, mal que bien, lavan su ropa. En cambio, la Revolución cubana lleva 50 años con el mismo uniforme y ni tan siquiera es capaz de lavarlo. Si lo anterior es una metáfora se podría decir que nuestro país se ha convertido en una “bola de churre”.
La ventaja política que las “democracias” le marcan a los regímenes totalitarios es que gracias a la “libertad de prensa”, cada 24 horas la sociedad capitalista o semi capitalista, lava la ropa, o parte de la ropa: pero la lava.
En el caso cubano, tenemos que hace medio siglo que la ropa sucia no se lava. Hubo un remojo con poco jabón en el año 1989, cuando los sucesos que conmovieron a la sociedad cubana: CAUSA Nº 1 (el fusilamiento del ex General de Ejército Arnaldo Ochoa y el jefe nacional de las Tropas Especiales Antonio de La Guardia), pero fue sólo un remojo. Estoy seguro que hay trapos sucios que se escondieron y no han sido lavados.
Los trapos sucios cubanos son tantos que tendríamos que redactar un aquí un directorio. Bástenos mencionar lo que hicieron con los cubanos cuando la UMAP (unidades militares de ayuda a la producción), verdaderos campos de concentración con cercas electrificadas al estilo nazi.
Otro súper trapo sucio ha sido lo que a lo largo de 50 años la Revolución ha hecho con lo más preclaro de la intelectualidad cubana. Por poner un ejemplo: tildar a los escritores y artistas de maricones y contrarrevolucionarios.
Estos señores, a los que no se les puede negar que conquistaron el poder con sus testículos, jamás han superado el complejo de advenedizos en materia de cultura humanística. Y el sentimiento de huevones y corajudos jamás ha podido ser desplazado por el arte.
Es cierto que entre “ellos” los hay con sensibilidad para la música y para escribir algún que otro libro con muchas restricciones, pero continúan siendo los muchachos del gatillo alegre del siglo XX y a estas alturas, cuando ya se encuentran en la alcoba de la tercera edad, es improbable que cambien y comiencen a ver el futuro de Cuba con ojos más civilizados.
ramon597@correodecuba.cu
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