Managua, La Habana, marzo 5 de 2009 (SDP) Para los cubanos que viven en la isla, creer en algo que no sea la propaganda de orientación revolucionaria que divulga el Partido Comunista, es problemático.
Aunque en teoría esa organización partidista habla de libertad, en la práctica es muy distinto. Sobre todo cuando alguien decide andar sus propios pasos, sin que le indiquen cual es el camino que debe seguir.
Tal es el caso del pastor pentecostal Ernesto Oliva Maree y de su comunidad cristiana de aproximadamente 70 miembros, que son amenazados continuamente por funcionarios del gobierno con ser desalojados de su iglesia.
“La historia es la misma desde hace muchos años- comenta el pastor- Vienen los inspectores estatales de la vivienda y me multan con sumas elevadas y amenazan con desalojarnos del templo. Alegan que lo construimos de manera ilegal, pero esa no es la verdadera causa.”
Uno de los motivos que tienen las autoridades del gobierno para querer terminar con esta iglesia, según afirma su pastor, es que ellos no se han querido vincular al Consejo Nacional de Iglesias:
“Nosotros no tenemos que reverenciar al hombre sino a Dios, cumplimos con las leyes y respetamos a los gobernantes, pero no somos un partido político, somos hombres y mujeres de Fe y por defenderla, en este país, estamos marginados.”
La iglesia que acoge a esta comunidad, fue construida por sus miembros con esfuerzos propios hace más de quince años, en el patio propiedad de la familia del pastor, pero las autoridades insisten en la ilegalidad del terreno en que está ubicada.
Oliva Maree asegura que en múltiples ocasiones han tratado de cumplir con las formalidades exigidas, pero que los mecanismos burocráticos de las oficinas de la vivienda, unido al poco o ningún interés en tratar de dar solución al asunto por parte de esa entidad gubernamental, lo han impedido.
“Nos han amenazado muchas veces con sacarnos a la fuerza, con demoler el templo. Hace algunos años, ante lo que parecía una inminente demolición, acordamos permanecer dentro del recinto y si lo derrumbaban que fuera con todos dentro, pero gracias a Dios, aquello no pasó de amenaza.”
La iglesia está situada en la sección A- 22 del reparto Frank País, en las afueras de la ciudad de la Habana. Fue levantada desde sus cimientos por esta comunidad de cristianos que poco a poco, con muchas dificultades, la han ido mejorando.
“Hace algunos meses, tuvimos que clausurar las ventanas y las puertas. Inspectores de vivienda nos prohibieron dar los cultos dentro de la iglesia, entonces comenzamos a reunirnos debajo de un árbol muy frondoso que está en la parte exterior. Allí era peor para ellos, pues todo el que pasaba nos observaba y se interesaba por conocer por que estábamos en el sitio y cual era nuestra prédica. Después de algunos meses en esa situación, regresamos y estamos a la espera de lo que pueda ocurrir.”
El reparto Frank País, donde esta comunidad de cristianos lucha por subsistir, fue construido a finales de la década del sesenta. Sus casas fueron entregadas a militares y sus familias. Con respecto a eso el pastor comenta:
“Nuestro sistema de gobierno, nunca ha contemporizado con las prédicas cristianas, más bien las ha perseguido, pero nosotros estamos en la obligación de llevar la luz de Dios a todos las personas y a todos los hogares, indistintamente de cómo piensen, o cual pueda ser su ideología.”
Represión, elevadas multas y amenazas de destruir el templo, son obstáculos que estos miembros de la denominación “Luz de Dios Pentecostal”, han afrontado durante casi veinte años. La prueba del tiempo pudiera ser una buena razón, para que, libres como los hizo Dios, continúen sin más trabas su labor evangelizadora.
amarilisrey@yahoo.com
Aunque en teoría esa organización partidista habla de libertad, en la práctica es muy distinto. Sobre todo cuando alguien decide andar sus propios pasos, sin que le indiquen cual es el camino que debe seguir.
Tal es el caso del pastor pentecostal Ernesto Oliva Maree y de su comunidad cristiana de aproximadamente 70 miembros, que son amenazados continuamente por funcionarios del gobierno con ser desalojados de su iglesia.
“La historia es la misma desde hace muchos años- comenta el pastor- Vienen los inspectores estatales de la vivienda y me multan con sumas elevadas y amenazan con desalojarnos del templo. Alegan que lo construimos de manera ilegal, pero esa no es la verdadera causa.”
Uno de los motivos que tienen las autoridades del gobierno para querer terminar con esta iglesia, según afirma su pastor, es que ellos no se han querido vincular al Consejo Nacional de Iglesias:
“Nosotros no tenemos que reverenciar al hombre sino a Dios, cumplimos con las leyes y respetamos a los gobernantes, pero no somos un partido político, somos hombres y mujeres de Fe y por defenderla, en este país, estamos marginados.”
La iglesia que acoge a esta comunidad, fue construida por sus miembros con esfuerzos propios hace más de quince años, en el patio propiedad de la familia del pastor, pero las autoridades insisten en la ilegalidad del terreno en que está ubicada.
Oliva Maree asegura que en múltiples ocasiones han tratado de cumplir con las formalidades exigidas, pero que los mecanismos burocráticos de las oficinas de la vivienda, unido al poco o ningún interés en tratar de dar solución al asunto por parte de esa entidad gubernamental, lo han impedido.
“Nos han amenazado muchas veces con sacarnos a la fuerza, con demoler el templo. Hace algunos años, ante lo que parecía una inminente demolición, acordamos permanecer dentro del recinto y si lo derrumbaban que fuera con todos dentro, pero gracias a Dios, aquello no pasó de amenaza.”
La iglesia está situada en la sección A- 22 del reparto Frank País, en las afueras de la ciudad de la Habana. Fue levantada desde sus cimientos por esta comunidad de cristianos que poco a poco, con muchas dificultades, la han ido mejorando.
“Hace algunos meses, tuvimos que clausurar las ventanas y las puertas. Inspectores de vivienda nos prohibieron dar los cultos dentro de la iglesia, entonces comenzamos a reunirnos debajo de un árbol muy frondoso que está en la parte exterior. Allí era peor para ellos, pues todo el que pasaba nos observaba y se interesaba por conocer por que estábamos en el sitio y cual era nuestra prédica. Después de algunos meses en esa situación, regresamos y estamos a la espera de lo que pueda ocurrir.”
El reparto Frank País, donde esta comunidad de cristianos lucha por subsistir, fue construido a finales de la década del sesenta. Sus casas fueron entregadas a militares y sus familias. Con respecto a eso el pastor comenta:
“Nuestro sistema de gobierno, nunca ha contemporizado con las prédicas cristianas, más bien las ha perseguido, pero nosotros estamos en la obligación de llevar la luz de Dios a todos las personas y a todos los hogares, indistintamente de cómo piensen, o cual pueda ser su ideología.”
Represión, elevadas multas y amenazas de destruir el templo, son obstáculos que estos miembros de la denominación “Luz de Dios Pentecostal”, han afrontado durante casi veinte años. La prueba del tiempo pudiera ser una buena razón, para que, libres como los hizo Dios, continúen sin más trabas su labor evangelizadora.
amarilisrey@yahoo.com
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