Boyeros, La Habana, 25 de junio de 2009, (SDP) La propaganda comercial en las últimas décadas se ha convertido en uno de los elementos consustanciales de la vida moderna. Los slogans y campañas publicitarias que por todos los medios y vías se avalanchan sobre el hombre moderno con el objetivo de promover y normalizar la necesidad, el uso y el consumo de las más disímiles cosas, forman ya parte inseparable del devenir cotidiano en todos los rincones del universo.
No es secreto que las grandes corporaciones productoras y comerciales del mundo dedican una parte considerable de sus inversiones a la más sofisticada publicidad destinada a motivar el interés y el acceso de los consumidores a los productos y servicios que ofrecen. Cuba no es una excepción en ese aspecto, sobre todo desde que los imperativos de la historia y la inviabilidad económica del sistema estatista obligaron a las autoridades a acudir a mecanismos económicos capitalistas y dolarizar la sociedad cubana.
Con los nuevos espacios económicos, el intento de impulsar la industria turística, los mercados en divisas y las inversiones extranjeras, irrumpió entre nosotros también la propaganda comercial al más puro estilo capitalista tradicional que ofrece y estimula a los presuntos consumidores o clientes interesados o necesitados de este o aquel servicio o producto.
El caso es que esa propaganda en el mundo moderno está dirigida a cada vez más amplios segmentos poblacionales como garantía insustituible del éxito comercial. El nivel de acceso tiene un carácter esencialmente cuantitativo, a saber: ¿cuánto tienes, cuanto puedes?
En Cuba ese acceso cambia de dimensión cualitativa, puesto que como todos sabemos, el único empleador y proveedor comercial legal, el Estado, remunera casi todo el trabajo en una moneda y vende los objetos y servicios de mayor necesidad en otra.
Moneda y ficha
En Cuba cohabitan dos papeles monedas.
Uno es el peso cubano tradicional (CUP), conocido como moneda nacional ―aunque la otra también lo es― que depreciada y devaluada por la debilidad económica, el casi nulo respaldo productivo y la dolarización es en la que reciben sus salarios los trabajadores. Tiene muy limitado alcance y poder adquisitivo y sobre todo, la entrada vedada en los más encumbrados espacios comerciales, de recreación y servicios. También, los trámites jurídicos legales internacionales y de salida del país.
La otra moneda es el peso convertible (CUC), que el gobierno cambia por toda la moneda extranjera. Circula en el país a través de parámetros de paridad caprichosos y arbitrarios. En el más puro estilo del feudalismo tardío, esta moneda es como las fichas con que algunos latifundistas en el pasado pagaban a los campesinos que explotaban. Sólo sirve para comprar en el establecimiento del dueño de todo y no se puede cambiar por dinero real. Muchos turistas, siguiendo un razonamiento lógico elemental, al arribar a Cuba han cambiado sus monedas fuertes por pesos cubanos (CUP), para después percatarse que casi todo deben pagarlo en pesos convertibles.
Así las cosas, sin tomar en cuenta las limitaciones y carencias estructuralmente impuestas, la propaganda comercial de la economía dolarizada se desenvuelve y proyecta como si Cuba fuera un país normal. A nuestro paso por la ciudad, podemos ser sorprendidos por eslóganes publicitarios abarcadores e incluyentes, que hacen caso omiso e indolente de la realidad socioeconómica del país.
Al repasar sólo unos pocos de los eslóganes publicitarios que podemos encontrar a nuestro paso, me permitiré agregarle algún matiz que los acerque un poco a esa realidad que tan poco parece importar a los jerarcas políticos y comerciales de la Isla:
Vince electrónicos. Al alcance de su mano…si viene cargada de divisas.
Helados Pepito .En boca de todos….los que paguen en chavitos
Cosméticos Bonabel. Los preferidos de la familia….dolarizada
Cafeterías El Rápido. Con el tiempo a tu favor….si tienes con que pagar
Estos son sólo unos pocos ejemplos que nos dicen como adquieren imagen y letra las desigualdades que caracterizan a la sociedad cubana más allá de desfasados discursos oficiales.
No imaginaron siquiera los aborígenes que mostraron a los descubridores europeos, hace más de quinientos años, la excelencia del autóctono tabaco, que un día gracias a las bondades de la economía planificada en Cuba, sería imposible obtener un cigarro puro de calidad en moneda nacional.
elical2004@yahoo.es
No es secreto que las grandes corporaciones productoras y comerciales del mundo dedican una parte considerable de sus inversiones a la más sofisticada publicidad destinada a motivar el interés y el acceso de los consumidores a los productos y servicios que ofrecen. Cuba no es una excepción en ese aspecto, sobre todo desde que los imperativos de la historia y la inviabilidad económica del sistema estatista obligaron a las autoridades a acudir a mecanismos económicos capitalistas y dolarizar la sociedad cubana.
Con los nuevos espacios económicos, el intento de impulsar la industria turística, los mercados en divisas y las inversiones extranjeras, irrumpió entre nosotros también la propaganda comercial al más puro estilo capitalista tradicional que ofrece y estimula a los presuntos consumidores o clientes interesados o necesitados de este o aquel servicio o producto.
El caso es que esa propaganda en el mundo moderno está dirigida a cada vez más amplios segmentos poblacionales como garantía insustituible del éxito comercial. El nivel de acceso tiene un carácter esencialmente cuantitativo, a saber: ¿cuánto tienes, cuanto puedes?
En Cuba ese acceso cambia de dimensión cualitativa, puesto que como todos sabemos, el único empleador y proveedor comercial legal, el Estado, remunera casi todo el trabajo en una moneda y vende los objetos y servicios de mayor necesidad en otra.
Moneda y ficha
En Cuba cohabitan dos papeles monedas.
Uno es el peso cubano tradicional (CUP), conocido como moneda nacional ―aunque la otra también lo es― que depreciada y devaluada por la debilidad económica, el casi nulo respaldo productivo y la dolarización es en la que reciben sus salarios los trabajadores. Tiene muy limitado alcance y poder adquisitivo y sobre todo, la entrada vedada en los más encumbrados espacios comerciales, de recreación y servicios. También, los trámites jurídicos legales internacionales y de salida del país.
La otra moneda es el peso convertible (CUC), que el gobierno cambia por toda la moneda extranjera. Circula en el país a través de parámetros de paridad caprichosos y arbitrarios. En el más puro estilo del feudalismo tardío, esta moneda es como las fichas con que algunos latifundistas en el pasado pagaban a los campesinos que explotaban. Sólo sirve para comprar en el establecimiento del dueño de todo y no se puede cambiar por dinero real. Muchos turistas, siguiendo un razonamiento lógico elemental, al arribar a Cuba han cambiado sus monedas fuertes por pesos cubanos (CUP), para después percatarse que casi todo deben pagarlo en pesos convertibles.
Así las cosas, sin tomar en cuenta las limitaciones y carencias estructuralmente impuestas, la propaganda comercial de la economía dolarizada se desenvuelve y proyecta como si Cuba fuera un país normal. A nuestro paso por la ciudad, podemos ser sorprendidos por eslóganes publicitarios abarcadores e incluyentes, que hacen caso omiso e indolente de la realidad socioeconómica del país.
Al repasar sólo unos pocos de los eslóganes publicitarios que podemos encontrar a nuestro paso, me permitiré agregarle algún matiz que los acerque un poco a esa realidad que tan poco parece importar a los jerarcas políticos y comerciales de la Isla:
Vince electrónicos. Al alcance de su mano…si viene cargada de divisas.
Helados Pepito .En boca de todos….los que paguen en chavitos
Cosméticos Bonabel. Los preferidos de la familia….dolarizada
Cafeterías El Rápido. Con el tiempo a tu favor….si tienes con que pagar
Estos son sólo unos pocos ejemplos que nos dicen como adquieren imagen y letra las desigualdades que caracterizan a la sociedad cubana más allá de desfasados discursos oficiales.
No imaginaron siquiera los aborígenes que mostraron a los descubridores europeos, hace más de quinientos años, la excelencia del autóctono tabaco, que un día gracias a las bondades de la economía planificada en Cuba, sería imposible obtener un cigarro puro de calidad en moneda nacional.
elical2004@yahoo.es
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