La Habana, junio 25 de 2009 (SDP). Después de varios intentos de salir del país por sus propios medios, Jesús Hernández Matamoros fue detenido a mediados de mayo, bajo la acusación de robo de piezas de autos.
Luego de treinta días de arresto que compartió entre el Departamento Técnico de Investigaciones y el Combinado de Matanzas, provincia donde se desarrolló la investigación del presunto delito, Matamoros fue liberado tras el pago de una fianza de 2 000 pesos y pendiente a un juicio, para el que asegura será “debidamente comunicado por las autoridades”.
“Tu nunca logras entender bien que te está pasando, - dice-, porque te conducen a una prisión donde tienes que convivir con asesinos, aunque estás en un proceso investigativo. Estuve junto a un reo que cumplía por haber matado a su hermano a puñaladas, claro que él daba su versión de los hechos. Pero así y todo, era su sangre, y es este el tipo de personas con el que te ponen a dormir, a pasar todo el día. Es terrible.
En el Técnico de Matanzas los calabozos son muy pequeños, quizás de dos por cuatro metros, las camas de hormigón. Nunca ves la luz del sol, sólo un foco que está prendido las veinticuatro horas del día, al que le acomodábamos papeles a su alrededor por el gran calor que daba. La comida, muy poca y la introducían por una pequeña abertura en la puerta de hierro, que cerraban pasándole por fuera un pestillo.
En la prisión El Combinado son galeras con cubículos. En cada uno varios reclusos, todo son rejas separadas por un pasillo. La comida es poca, mal elaborada y muchas veces en mal estado. Recuerdo que en una ocasión nos dieron pequeñas ruedas de piña con tierra. Como no tenía cama, dormía en el piso, entonces encontré la oportunidad de comprar a otro recluso dos tablas que me vendió por cuatro cajas de cigarro, y mis noches mejoraron.”
Narró, además, que las causas violentas como puñaladas, machetazos, navajazos, son muy correlativas en esa prisión. Pero también asegura conoció a procesados por vender leche en polvo y recordó el caso de un anciano que estaba acusado de proxeneta.
Hernández Matamoros tiene hoy 41 años. Hace diez quiere abandonar el país. Ha sido interceptado cuatro veces en el mar por el servicio de guardacostas de Estados Unidos y devuelto a Cuba debido a los acuerdos migratorios entre los dos países .En esos acuerdos se garantizaba por parte de las autoridades cubanas, el no tomar represalias contra los nacionales repatriados.
“Yo trabajaba en el aeropuerto internacional José Martí como operador en equipos especiales. Después de mi primera devolución al ser interceptado en el mar por el guardacostas americano, fui trasladado por mi jefe a otra plaza de menor remuneración y de condiciones laborales distintas con perdida inclusive de salario. Pero de este empleo me tuve que ir, para evitar problemas mayores, debido a situaciones de hostilidad que me presentaron mis superiores, o para decirlo con otras palabras, me cansé de aguantar “paquetes” pues ya estaba decepcionando de todo lo que veía a mi alrededor .Porque si algo logra el sistema político que tenemos, es decepcionar a las personas. Nadie pueda tener buenas condiciones de vida, solo están autorizados a respirar un poco los que están de acuerdo con el sistema, pero los que piensan diferente, son despreciados por el gobierno”.
Ahora Matamoros espera por la notificación de un juicio por una acusación de la que se declara inocente. Si es condenado, pasará a formar parte de la gran población penal que se distribuye en más de 200 cárceles a lo largo del país. Si no, quizás más adelante pueda lograr su sueño por el que ha arriesgado su vida varias veces en el Estrecho de la Florida: “llegar a un país donde al menos pueda tener la oportunidad de vivir”.
amarilisrey@yahoo.com
Luego de treinta días de arresto que compartió entre el Departamento Técnico de Investigaciones y el Combinado de Matanzas, provincia donde se desarrolló la investigación del presunto delito, Matamoros fue liberado tras el pago de una fianza de 2 000 pesos y pendiente a un juicio, para el que asegura será “debidamente comunicado por las autoridades”.
“Tu nunca logras entender bien que te está pasando, - dice-, porque te conducen a una prisión donde tienes que convivir con asesinos, aunque estás en un proceso investigativo. Estuve junto a un reo que cumplía por haber matado a su hermano a puñaladas, claro que él daba su versión de los hechos. Pero así y todo, era su sangre, y es este el tipo de personas con el que te ponen a dormir, a pasar todo el día. Es terrible.
En el Técnico de Matanzas los calabozos son muy pequeños, quizás de dos por cuatro metros, las camas de hormigón. Nunca ves la luz del sol, sólo un foco que está prendido las veinticuatro horas del día, al que le acomodábamos papeles a su alrededor por el gran calor que daba. La comida, muy poca y la introducían por una pequeña abertura en la puerta de hierro, que cerraban pasándole por fuera un pestillo.
En la prisión El Combinado son galeras con cubículos. En cada uno varios reclusos, todo son rejas separadas por un pasillo. La comida es poca, mal elaborada y muchas veces en mal estado. Recuerdo que en una ocasión nos dieron pequeñas ruedas de piña con tierra. Como no tenía cama, dormía en el piso, entonces encontré la oportunidad de comprar a otro recluso dos tablas que me vendió por cuatro cajas de cigarro, y mis noches mejoraron.”
Narró, además, que las causas violentas como puñaladas, machetazos, navajazos, son muy correlativas en esa prisión. Pero también asegura conoció a procesados por vender leche en polvo y recordó el caso de un anciano que estaba acusado de proxeneta.
Hernández Matamoros tiene hoy 41 años. Hace diez quiere abandonar el país. Ha sido interceptado cuatro veces en el mar por el servicio de guardacostas de Estados Unidos y devuelto a Cuba debido a los acuerdos migratorios entre los dos países .En esos acuerdos se garantizaba por parte de las autoridades cubanas, el no tomar represalias contra los nacionales repatriados.
“Yo trabajaba en el aeropuerto internacional José Martí como operador en equipos especiales. Después de mi primera devolución al ser interceptado en el mar por el guardacostas americano, fui trasladado por mi jefe a otra plaza de menor remuneración y de condiciones laborales distintas con perdida inclusive de salario. Pero de este empleo me tuve que ir, para evitar problemas mayores, debido a situaciones de hostilidad que me presentaron mis superiores, o para decirlo con otras palabras, me cansé de aguantar “paquetes” pues ya estaba decepcionando de todo lo que veía a mi alrededor .Porque si algo logra el sistema político que tenemos, es decepcionar a las personas. Nadie pueda tener buenas condiciones de vida, solo están autorizados a respirar un poco los que están de acuerdo con el sistema, pero los que piensan diferente, son despreciados por el gobierno”.
Ahora Matamoros espera por la notificación de un juicio por una acusación de la que se declara inocente. Si es condenado, pasará a formar parte de la gran población penal que se distribuye en más de 200 cárceles a lo largo del país. Si no, quizás más adelante pueda lograr su sueño por el que ha arriesgado su vida varias veces en el Estrecho de la Florida: “llegar a un país donde al menos pueda tener la oportunidad de vivir”.
amarilisrey@yahoo.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario