Arroyo Naranjo, La Habana, junio 18 de 2009 (SDP) De leer lo que ahora escribe el comandante Joaquín Villalobos sobre las transiciones humanas en las revoluciones, Roque Dalton hubiera reído a carcajadas. El poeta, que se reía de todo, tendría muchos más motivos para la risa ahora que Villalobos trata de aconsejar a los empecinados compañeros de La Habana sobre la virtud revolucionaria de amasar fortunas, que cuando lo vio en una cárcel del pueblo salvadoreña levantar una pistola soviética a la altura de su sien para volarle los sesos en cumplimiento de una sentencia por traición a la causa, el 10 de mayo de 1975.
Roque Dalton, muchos años antes de la debacle del socialismo real, descubrió en las tabernas de Praga, las tertulias literarias habaneras y en las sangrientas querellas de los guerrilleros salvadoreños, que la aspirina gigante que, entre otras cosas, sería un día el comunismo, era incapaz de curar los dolores de cabeza planificados y crónicos que provocaba.
Villalobos, que ahora es académico y consultor internacional, en su artículo “Cuba, la transición humana”, con aires de quien sabe absolutamente todo sobre el tema de las metamorfosis revolucionarias, receta paciencia y concesiones a Barack Obama y a Los Jefes Cubanos, envolver la utopía y la aspirina en papel de regalo capitalista.
El ex-comandante, que ahora viste traje Armani y mocasines de demócrata, se cree con suficiente mérito y conocimiento de causa para opinar. Nunca fue de los favoritos de Fidel Castro y el Departamento América de Barbarroja. Como si fuera gran cosa, se enorgullece de que el Ejército Revolucionario del Pueblo fue “la más liberal y menos ortodoxa” de las cinco guerrillas que integraron el Frente Farabundo Martí. Tal vez por eso, fue de los primeros en atemperar el apostolado marxista y comprender la justeza de que los dirigentes (sólo ellos) destinaran el dinero de la guerra revolucionaria para adquirir camisas de marca antes de adentrarse en la revolución administrativa.
El problema de los consejos de Villalobos a sus amigotes cubanos (a los que nunca cayó demasiado simpático) es que, además de inadecuados, no se los pidieron y para colmo, llegan demasiado tarde, cuando ya nada tiene remedio. La boca del pozo ciego está tan cerca que cualquier consejo suena a chiste cruel.
Los ajustes estructurales que pudieron ser, chocaron con el inmovilismo de los retranqueros. Pero los votos de pobreza fueron abandonados mucho antes. Justo y definitivamente cuando terminaron las guerras africanas. El silbato que anunció el inicio de la piñata, hace mucho que sonó. Ahora queda la rebatiña.
Enriquecerse es glorioso. No importa el color de los gatos, lo que importa es que cacen ratones, sigan al Líder Máximo y acaten la disciplina del Partido Único… No es nada nuevo, primero lo dijo el Camarada Deng Xiao Ping y fue bueno. Ahora Joaquín Villalobos pide, cual sombra chinesca con caja de ecos, ajustar el patrón ideológico y enrumbar hacia el socialismo de mercado. Obviamente sin democracia, que es de lo que menos se habla en estos casos.
Los mandamases de acá y sus generales-gerentes, expertos en marketing y con amigos capitalistas en el exterior, no tienen mayores problemas en aceptar la acumulación de capital siempre que vaya en exclusiva por ellos y no por los demás, que son todos los que viven del lado de allá de Punto Cero, el Palacio de la Revolución y el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. De ahí los asquitos al mercado y la libre iniciativa privada, los retorcijones ideológicos y la cruzada contra los mercados campesinos, los merolicos, los choferes de almendrones y las paladares con más de doce mesas. Eso no cambiará. Está en la naturaleza dogmática y patrimonialista del socialismo verde olivo. No dice algo nuevo Villalobos cuando afirma que sus posibilidades están agotadas y que el cambio es inevitable.
Vaticina Joaquín Villalobos que de ahora en adelante, el régimen cubano “vivirá en luchas y reacomodos permanentes”. No tiene gracia adivinar lo que ya llegó. No se precisa una bola de cristal para ver, que además de la guerra contra todo el pueblo y el discurso provocador para que no acaben las hostilidades con los Estados Unidos, habrá más renuncias, despidos y purgas periódicas contra corruptos e indignos.
Villalobos se vio precisado a negociar la paz en El Salvador y tuvo que cambiar su estilo y su fraseología. Fue una suerte. Ahora aconseja la apertura económica de Cuba. En otros tiempos no muy lejanos hubiera aconsejado a sus camaradas cubanos que ejecutaran a los traidores a la causa. Justo como hizo con el poeta Roque Dalton y la Comandante Ana María.
luicino2004@yahoo.com
Roque Dalton, muchos años antes de la debacle del socialismo real, descubrió en las tabernas de Praga, las tertulias literarias habaneras y en las sangrientas querellas de los guerrilleros salvadoreños, que la aspirina gigante que, entre otras cosas, sería un día el comunismo, era incapaz de curar los dolores de cabeza planificados y crónicos que provocaba.
Villalobos, que ahora es académico y consultor internacional, en su artículo “Cuba, la transición humana”, con aires de quien sabe absolutamente todo sobre el tema de las metamorfosis revolucionarias, receta paciencia y concesiones a Barack Obama y a Los Jefes Cubanos, envolver la utopía y la aspirina en papel de regalo capitalista.
El ex-comandante, que ahora viste traje Armani y mocasines de demócrata, se cree con suficiente mérito y conocimiento de causa para opinar. Nunca fue de los favoritos de Fidel Castro y el Departamento América de Barbarroja. Como si fuera gran cosa, se enorgullece de que el Ejército Revolucionario del Pueblo fue “la más liberal y menos ortodoxa” de las cinco guerrillas que integraron el Frente Farabundo Martí. Tal vez por eso, fue de los primeros en atemperar el apostolado marxista y comprender la justeza de que los dirigentes (sólo ellos) destinaran el dinero de la guerra revolucionaria para adquirir camisas de marca antes de adentrarse en la revolución administrativa.
El problema de los consejos de Villalobos a sus amigotes cubanos (a los que nunca cayó demasiado simpático) es que, además de inadecuados, no se los pidieron y para colmo, llegan demasiado tarde, cuando ya nada tiene remedio. La boca del pozo ciego está tan cerca que cualquier consejo suena a chiste cruel.
Los ajustes estructurales que pudieron ser, chocaron con el inmovilismo de los retranqueros. Pero los votos de pobreza fueron abandonados mucho antes. Justo y definitivamente cuando terminaron las guerras africanas. El silbato que anunció el inicio de la piñata, hace mucho que sonó. Ahora queda la rebatiña.
Enriquecerse es glorioso. No importa el color de los gatos, lo que importa es que cacen ratones, sigan al Líder Máximo y acaten la disciplina del Partido Único… No es nada nuevo, primero lo dijo el Camarada Deng Xiao Ping y fue bueno. Ahora Joaquín Villalobos pide, cual sombra chinesca con caja de ecos, ajustar el patrón ideológico y enrumbar hacia el socialismo de mercado. Obviamente sin democracia, que es de lo que menos se habla en estos casos.
Los mandamases de acá y sus generales-gerentes, expertos en marketing y con amigos capitalistas en el exterior, no tienen mayores problemas en aceptar la acumulación de capital siempre que vaya en exclusiva por ellos y no por los demás, que son todos los que viven del lado de allá de Punto Cero, el Palacio de la Revolución y el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. De ahí los asquitos al mercado y la libre iniciativa privada, los retorcijones ideológicos y la cruzada contra los mercados campesinos, los merolicos, los choferes de almendrones y las paladares con más de doce mesas. Eso no cambiará. Está en la naturaleza dogmática y patrimonialista del socialismo verde olivo. No dice algo nuevo Villalobos cuando afirma que sus posibilidades están agotadas y que el cambio es inevitable.
Vaticina Joaquín Villalobos que de ahora en adelante, el régimen cubano “vivirá en luchas y reacomodos permanentes”. No tiene gracia adivinar lo que ya llegó. No se precisa una bola de cristal para ver, que además de la guerra contra todo el pueblo y el discurso provocador para que no acaben las hostilidades con los Estados Unidos, habrá más renuncias, despidos y purgas periódicas contra corruptos e indignos.
Villalobos se vio precisado a negociar la paz en El Salvador y tuvo que cambiar su estilo y su fraseología. Fue una suerte. Ahora aconseja la apertura económica de Cuba. En otros tiempos no muy lejanos hubiera aconsejado a sus camaradas cubanos que ejecutaran a los traidores a la causa. Justo como hizo con el poeta Roque Dalton y la Comandante Ana María.
luicino2004@yahoo.com
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