jueves, 18 de junio de 2009

EL ÚLTIMO HOMBRE Y EL ÚLTIMO CHAVITO, Oscar Mario González



El embajador cubano ante la ONU, Abelardo Moreno, se quejaba de lo que el régimen cubano denomina como una “agresión radio electrónica” al referirse a las programaciones radio televisivas procedentes de Estados Unidos y dirigidas a la opinión pública cubana.

El diplomático castrista aseguró en un debate general del Comité de Información de la ONU, el pasado 4 de mayo, que las programaciones procedentes de Estados Unidos “no emiten información, sino que por el contrario, la falsifican y tergiversan.” En otra parte de su intervención dijo que el propósito de tales transmisiones es “tratar de promover el desencanto y el cuestionamiento del pueblo cubano a su revolución”.

Desde hace bastante tiempo, el régimen insular ha venido lamentándose del supuesto “ataque radiotelevisivo imperialista” en cuanta ocasión se le ha presentado, en cuanto foro ha tenido participación pero en especial, en el seno del Comité de Información de las Naciones Unidas. Tales lloriqueos con mezcla de histerismos, tal algarabía solariega, cobraron intensidad luego de la salida al aire de Radio Martí en 1985 y se hizo más notoria a partir del llamado periodo especial, etapa en la cual nos encontramos atrapados aún.

La cuestión real, sin embargo, es otra totalmente distinta, porque no son las miles y miles de horas de programación radial procedentes de Estados Unidos dirigidas a Cuba, según dice el castrismo, lo que el radio oyente de la isla escucha. Son precisamente los programas emitidos desde Cuba y desde Venezuela las únicas posibilidades que tenemos los cubanos al sintonizar la onda corta. Son Radio Habana Cuba y la emisora radial oficialista venezolana las únicas posibilidades informativas procedentes de otros países, pues las numerosas radioemisoras extranjeras que transmiten por onda corta, todas, están bloqueadas.

La cuestión se ha radicalizado en los últimos tiempos y ya resultan difíciles y hasta imposibles de sintonizar emisoras foráneas de acreditado prestigio y transparente imparcialidad. En su afán de que el pueblo de Cuba no sepa la verdad de lo que pasa en la Isla y fuera de ella, la interferencia no tiene límites, no discierne entre adversarios o amigos y lo mismo interfiere una programación rusa, española u holandesa.

Algunas emisoras de gran popularidad entre los cubanos como pueden ser la Voz de los Estados Unidos de America, Radio Exterior de España y hasta las izquierdistas Radio Netherland o Radio Moscú son objeto de interferencia. De manera que resulta difícil, a veces imposible y siempre desagradable, oír estas emisoras cuyo valor comunicativo y eficiencia informativa, además de probada objetividad, resultan incuestionables.

Y no es que yo diga algo nuevo que no haya dicho el gobierno comunista cubano. Ellos mismos, en flagrante contradicción, se han llenado la boca para afirmar hasta la saciedad haber ganado la batalla contra la “agresión radial de la gusanera y del imperialismo”. Mil veces han repetido que la ¨”guerra” contra la “agresión” radial y televisivas del enemigo ha sido totalmente exitosa.

Pero este supuesto éxito no es tal. Mientras haya un oído receptivo en la Isla capaz de captar un mensaje veraz y objetivo, el esfuerzo no será en vano. Siempre habrá suficientes cubanos que, dada la posición geográfica en que se encuentren, podrán recepcionar la señal. Eso es lo importante. Que la verdad se abra paso con mayor o menor dificultad. Un rayo de luz, aunque solitario, es capaz de quebrar las tinieblas por muy densas que estas sean.

Seguramente el régimen de la Isla lo intuye y por eso grita y patalea en cuanto espacio público internacional se le presenta la oportunidad de hacerlo. Porque más letales para el totalitarismo que la bomba y la metralla y más efectivo que un ejercito, resulta el poder de la verdad; la realidad sin ambages, la muestra de las dos caras de la moneda. Los totalitarismos no resisten la transparencia. Se basan en la manipulación y la desinformación y a semejanza del semidiós griego, tienen en la imparcialidad informativa su punto más vulnerable, su talón de Aquiles

Lamentablemente hay que reconocer el éxito de los comunistas cubanos en la pérfida tarea de las interferencias radial y televisiva. No sabemos el costo para el contribuyente cubano de tal proceder. Adversarios del gobierno dicen que sale bien caro, el castrismo que resulta barato. Cueste lo que cueste, con vistas a su materialización, siempre habrá fondos disponibles pues para el totalitarismo, la verdad es tan insoportable como imprescindible su manipulación. Entonces pues, para ocultarla siempre estarán disponibles, el último hombre y el ultimo chavito.
osmagon@yahoo.com

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