jueves, 18 de junio de 2009

NUEVOS NIÑOS COMUNISTAS, José Antonio Fornaris




Managua, La Habana, 18 de junio de 2009, (SDP) Diez mil seiscientos ochenta y un cubanitos recibieron hace cuatro días sus carnés de militantes de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).

Eso parece ser, a simple vista, un buen logro para el partido gobernante que ha nutrido su ala juvenil con miles de nuevos miembros. Lo discordante es que todos tienen entre 14 y 15 años de edad.

Son niños, son “mocosos”, son “vejigos”. Todavía, cuando tienen pesadillas, salen corriendo y se meten en la cama de mamá y papá. ¿Qué experiencia poseen para determinar que están en condiciones de participar en política?

La vicepresidenta de la Unión de Pioneros José Martí, quien forma parte del Buró Nacional de la UJC, Keyla Estévez, aseguró a la prensa oficialista que el proceso para los nuevos miembros se realizó dentro de 135 mil pioneros. “La selección de los posibles militantes comenzó en el mes de febrero último, aunque ese trabajo se inicia con la entrada del pionero a la Secundaria Básica (12 años de edad)”, apuntó.

Las imágenes contenidas en el emblema oficial de la UJC son las de Julio Antonio Mella, Camilo Cienfuegos y Ernesto Guevara (El Ché). Ninguno de ellos interpretaba canciones infantiles o era admirador de Hans Christian Andersen. Es más, nunca se ha mencionado siquiera que hubieran leído alguno de los más de 150 cuentos para niños que forman la parte más relevante de la obra universal de ese gran escritor.

En Cuba la legislación vigente establece la mayoría de edad a partir de los 21 años. ¿Cómo es posible entonces que a los 14 años se esté mental e intelectualmente listo para entrar a formar parte de una organización política?

La mayoría de la humanidad es sensible ante la suerte que corren los millones de niños, que se asegura, son empleados en el mundo como mano de obra. Hay dolor colectivo cuando se habla de los niños soldados en África o cuando se ven viejas imágenes donde se observa a Adolfo Hitler alentar a niños uniformados que morirían en Berlín defendiendo con las armas al nazismo.

La línea divisoria entre esos ejemplos y la utilización de niños con fines abiertamente políticos e ideológicos, es imperceptible.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), desde 1946, trata de proteger a los niños de la violencia, la explotación, los malos tratos y la discriminación. Debería también poner en juego su indiscutible peso moral para proteger a los infantes de cualquier tipo de manipulación política.

Debe prohibirse que la fantasía de los niños sea mancillada en provecho de regímenes o gobiernos que ponen por encima de todo sus intereses ideológicos en el afán de lograr mantener el poder. La comunidad internacional tiene facultades para eso y mucho más. Como su andar es lento, lo correcto sería que se apresurara a dar el primer paso en esa dirección.
fornarisjo@yahoo.com

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