jueves, 11 de junio de 2009

OTRA BOLA EN EL TERRENO, Laritza Diversent



El Calvario, La Habana, junio 11 de 2009 (SDP) La Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) revocó la suspensión de Cuba al grupo. Otra bola que pica en el terreno. Un hecho que supo a victoria, según los medios oficiales dentro de la isla. Lo difícil es saber cual será el siguiente paso de Cuba.

El gobierno cubano detesta a la OEA. El general que nos gobierna y el compañero que reflexiona, lo han repetido hasta el cansancio. Incluso Bruno Rodríguez, Ministro de Relaciones Exteriores, aseguró que no estaba en discusión el regreso de la isla a la organización interamericana, un mecanismo que calificó de anacrónico.

¿Que hace suponer que el gobierno cubano tiene la intención de aceptar las prácticas, propósitos y principios de la OEA? No sé si es ingenuidad o simple hipocresía. En cincuenta años jamás ha cedido un ápice en su política.

No es descabellada la idea de quitarle al gobierno cubano todos aquellos argumentos que lo hacen la víctima ante el planeta. Pero el régimen es experto en crear disfraces y realizar jugadas de engaño. Demuestra que tiene el propósito de hacer algo y ahí se queda. No sé como, pero logra que el mundo le crea.

¿No pertenece al Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, cuando en ley, legaliza la violación de los derechos fundamentales de sus ciudadanos? Con la firma de los pactos internacionales quiso demostrar que tenía una intención, pero ha pasado más de un año y aun no ratifica.

La Unión Europea levantó las sanciones que le impuso en el 2003, después que Raúl Castro tomara el poder y le diera algunos retoques al sistema de restricciones ciudadanas. Pero todo quedo en un propósito que no acaba de materializarse.

Las intenciones son solo para el exterior. Adentro siguen las mismas políticas de extremos. Los cubanos aún sentimos la represión en toda su extensión. No me refiero solo a la reprimenda contra los opositores políticos. Hablo de toda la población en general.

Los despliegues policiales y de efectivos de la seguridad del Estado en las calles para reprimir toda clase de iniciativa económica individual o signo de inconformidad, aumentan. Para nosotros nada ha cambiado, al contrario, la situación empeora. La asfixia es tal, que sólo quedan dos opciones: tirarse al mar o conformarse con trabajar para el estado por un salario irrisorio. A esa angustia súmele los efectos de una economía colapsada y los de una crisis mundial.

Quizás esa misma situación es la que nos ha vuelto incrédulos. No creemos que los dirigentes acepten los términos la carta de la OEA. Tal acto implicaría, para ellos, perder todo su poder. La vida a diario demuestra que no piensan cederlo de forma pacífica. Por eso la revocación de la medida, es otra bola que pica en el terreno, pero de aquí no saldrá.
laritzadiversent@yahoo.es

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