jueves, 11 de junio de 2009

ESPÍAS Y SOPA DE LETRAS, Juan González Febles



Lawton, La Habana, 11 de junio de 2009, (SDP) Aquella imagen del espía que nos dejarán Sean Connery con su James Bond y Viasheslav Tijonov con el Stirlitz de aquellos 17 instantes de una primavera soviéticos, ceden a los anti héroes del castrismo.

Los espías promocionados de los Castro son en la vida real gente poco profesional. Se hacen útiles, servidos en bandeja, para que capturados, procesados y presos, amorticen la escasa inversión puesta en ellos. Para hacerlos héroes, se monta una sólida campaña política que contribuya a justificar tanta incompetencia y poca profesionalidad. Pero mucho ojo, hablo de los promocionados. Los que nadie conoce, son de anjá.

En el amplio saco del espionaje contra el ‘imperio decadente’, caben los intelectuales estadounidenses que muertos de aburrimiento, están en condiciones de ‘enamorarse’ del carisma del primer dictador simpático, que les reciba y reconozca el derecho que les asiste a estar aburridos. A esto sucumben los hollywoodenses del corte de Oliver Stone y Sean Penn, los Chomsky y toda esa ilustre nómina de señores aburridos de la democracia y de ser americanos.

Cuando se juzgaba en Miami a los cinco espías de la Red Avispa, la defensa subió al estrado a militares estadounidenses. Uno de ellos, general y parte del Comando Sur, dijo que Cuba no constituía amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos. Al ser descubierta la Sra. Ana Belén Montes, espía cubana colocada en el Departamento de Defensa como analista, no soy capaz de imaginar en qué cubo habrá metido su cabeza aquel ingenuo general.

Ahora un matrimonio de estadounidenses fue descubierto en flagrante actividad de espionaje. Walter Kendall Myers y su esposa Gwendolyn, de 72 y 71 años fueron arrestados el jueves 4 de junio. Desde hace treinta años, espiaban para el régimen de Castro en el Departamento de Estado.

Fidel Castro, desde esas Reflexiones que se le atribuyen los elogió. Es posible que todo se quede ahí. Pero si les da por no colaborar con la fiscalía y cumplir la bicoca de treinta y cinco años de cárcel que les puede caer encima, podrían eventualmente ser conceptuados como dos viejecitos ‘luchadores anti terroristas’ y entrar por la puerta ancha en el show bussines político de los Castro. Serían los siete héroes o los ‘2+5’, que en Cuba el siete tiene otras connotaciones.

La Sra. Belén perdió su nominación de ‘héroe’ al pactar con la fiscalía. Los esposos Myers, están en condiciones de ganarla o perderla. Lo que nadie podría calcular es hasta donde perjudicaron a su país, los esposos Myers. Dios sabrá cuantos secretos yanquis habrán sido graciosamente regalados ‘por los compañeros verdeolivo’ a rusos, chinos, árabes y a cuanto enemigo de los Estados Unidos anda por esos caminos del mundo.

Nadie puede saber, cuantos agentes al servicio de los Estados Unidos habrán perdido la vida por el hastío de tales viejecitos, aburridos en su país y encandilados por una revolución que ni es, ni conocen con profundidad. O si algo conocen, es información de portada, lomo y contraportada. Información intrascendente propia para turistas y fellow travelers ansiosos por creerlo todo. El caso es muy serio y demuestra que el alcance de los servicios de inteligencia del régimen cubano es largo, quizás demasiado.
El caso de estos espías pone sobre el tapete aquel viejo adagio que establece que no hay enemigo pequeño. Por las manos de los esposos Myers se dice que pasaron más de doscientos informes de inteligencia sobre Cuba. Creo que los americanos están ante una alucinante sopa de letras. Ojala hagan la lectura correcta de lo que tienen ante sí, antes que sea demasiado tarde. Y a los yanquis, con los Castro, siempre se les hace tarde.

Pero me asalta otra duda. ¿Qué pasaría si fuera al revés? Imaginen a dos viejecitos que hayan estado en labores de espionaje durante treinta años en el Minrex castrista, para la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos. Imaginen a los ancianitos capturados por la policía de Seguridad del Estado. Imagínenlos en manos del coronel Pichardo en Villa Maristas. Da escalofrío pensar o calcular cuantas veces los hubieran fusilado, los largos interrogatorios y el breve juicio sumario a puertas cerradas, de quizás 15 o 20 minutos. El desenlace…
jgonzafebster@gmail.com

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