jueves, 18 de junio de 2009

REFLEXIONES DE UN PERIODISTA INDEPENDIENTE CUBANO, Ramón Díaz-Marzo



El periodista que tenga detrás la sombra de un escritor sufre mucho ante el dilema de alcanzar la máxima honestidad en lo que escribe.
Habana Vieja, La Habana, junio 18 de 2009, (SDP) El periodismo, como casi todas las actividades humanas, se hace con la fuerza. Esta fuerza es energía, y es inefable, adjetivo que tuve el privilegio de escuchar por primera vez salido de los labios de doña María Luisa, esposa de don José Lezama Lima cuando una tarde incierta de los años 70 me atreví a pararme en la ventana de su casa que da a la calle Trocadero #162, e/Industria y Consulado y escuché al Maestro cuando me dijo que no podía atenderme porque le quedaba poco tiempo de vida y ese tiempo lo estaba dedicando a redactar la segunda parte de “Paradiso”: “Inferno”.

De modo que la energía con la cual se hace el periodismo es invisible, inatrapable, y sólo puede sentirse. Esa energía la dividimos en dos grupos: negativa y positiva. Y físicamente la subdividimos en tres grupos: mental, emocional, y mente-corazón.

Señalamos que las circunstancias influyen y determinan la dirección y el tono con el cual enfocamos un tema., porque nuestras circunstancias dictaminan finalmente cómo se escribe. Las circunstancias son el país donde nacimos, los patrones que nos inculcaron: religión, costumbres, ética.

Hasta aquí hemos señalado los factores contra los cuales tiene que enfrentarse el periodista que sea libre mientras escribe y publica. En el caso de los periodistas independientes cubanos, siempre tenemos encima de nuestras cabezas la posibilidad de ser encarcelados arbitrariamente cuando se le ocurra a no sé quién en el momento que más se le antoje y hasta pedirnos por lo que escribimos cadena perpetua como si hacer periodismo libre fuese un acto criminal. Bueno, creo que para una sociedad cerrada como Cuba, Corea del Norte, y algunos primos hermanos que aún quedan por ahí: asesinar es mucho más honorable que escribir lo que se piensa.

Luego viene un ejército de periodistas que tienen que escribir de un modo condicionado por los intereses políticos y son los que nos pintan la REALIDAD en blanco y negro, porque cada núcleo de poder se considera el bueno de la película.

Así nos quedamos con un reducido número de periodistas que observan y sienten la relatividad del comportamiento humano en casi todos los eventos y se les hace muy difícil quedar bien con sus patrones, patrocinadores, o el núcleo de poder que tiene el control absoluto de los medios de comunicación.

Hay otras clasificaciones de periodistas:
los que tienen un techo de baja altura en relación con la información.
los que tienen un techo alto de información por la experiencia acumulada.

Luego llega otra clasificación de periodistas que no ven más allá de sus narices y escriben estereotipadamente porque no usan la imaginación o no la tienen, cualidad muy necesaria para suplir las zonas de un tema cualquiera del cual no tengamos el 100% de conocimiento; y cuando escriben, aunque sea de diferentes maneras, siempre es el mismo artículo, la misma crónica, y hasta si apretamos un poco, la misma noticia.

Todos los discursos que abogan por la no contradicción para que los periodistas sean coherentes niegan la natural verdad de este mundo.

No hablamos de la noticia. Cuando el negro “Pánfilo” recientemente le gritó a una cámara, borracho “Esto es un descaro…Aquí lo que hace falta es jama, iria”, estamos ante una noticia que es todo un acontecimiento en Cuba. Y ante una noticia, un hecho, nunca habrá contradicciones.

De lo que hablamos es de lo que hay más allá de la noticia y ahí entra el artículo, reportaje, crónica, ensayo, y si volvemos apretar, el relato y la novela. Y aquí cada periodista trabajará con su mundo interior y el techo de información que tenga acumulado.

Los periodistas independientes cubanos en estos momentos atravesamos por un estado de gracia. Cada cual escribe lo que se le antoja. No tenemos encima de nosotros un INQUISIDOR que desestime nuestra opinión cuado vamos más allá de la noticia porque perdimos el miedo.

En algunos momentos podemos parecer contradictorios, como es mi caso personal, acostumbrado hace años a percibir la contradicción en la REALIDAD y lidiar con ella. Para ser más claro: ya no puedo ver la REALIDAD en blanco y negro.

Espero que nuestros lectores perdonen los matices grises que sería imperdonable no reflejar en nuestros textos. A fin de cuentas, nosotros trabajamos con la REALIDAD, en lucha contra nuestras personales circunstancias. Cualquier reclamación, os digo que nosotros no somos los responsables de que este mundo nuestro de hoy, cada vez con más fuerza, se convierte en una bola de contradicciones. Sólo espero que no se trate del Apocalipsis que toca a las puertas del mundo.

Si así fuera, entonces terminaron todos nuestros problemas, porque ya no serán necesarios los periodistas y los lectores: todos estaremos muy ocupados en desaparecer para siempre.
ramon597@correodecuba.cu

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