Habana Vieja, La Habana, 6 de agosto de 2009, (SDP) El Nuevo Herald me ofreció una evidencia irrebatible. La alegría de Yasmani Poll y Odaimis Álvarez no era artificial como los aplausos que seguramente tuvieron que tributar en los actos de reafirmación revolucionaria o en otros eventos programados para exaltar el perfil ideológico que el partido comunista busca eternizar en la historia de Cuba.
Aunque no lo vi en la foto publicada recientemente por el diario de la Florida, supe que Ahmed López era otro de los jóvenes integrantes del equipo nacional de ciclismo decidido a no regresar a su país.
En Ciudad México los tres deportistas pusieron pies en polvorosa durante la celebración de un torneo Panamericano de la especialidad.
Fue su oportunidad para comenzar a hablar con voz propia y trazar su destino sin los condicionamientos impuestos por el miedo.
Determinaron que no había nada que hacer bajo el cielo de una dictadura marcada por la obsolescencia y reticente a avanzar en el camino de las reformas.
Hasta el último minuto tuvieron que usar los trajes y las caretas usados por la mayoría de los cubanos para sobrevivir en un escenario de miserias y crispaciones.
Antes de partir de Cuba juraron lealtad a la revolución, seguramente lanzaron vítores a favor de Fidel y de Raúl y no sería extraño enterarse de su participación en el coro que enardecido suele mostrarse favorable a sumarle al socialismo otros 50 años.
Es detrás de esos fingimientos que se estructuran los robos grandes y pequeños en los centros de trabajo, las deserciones y todo un entramado de hechos que ilustran las insalvables distancias entre el discurso oficial y las reales perspectivas de los actores sociales independientemente de su estatus en cuanto a nivel de vida se refiere.
En la actualidad es irrelevante el número de personas identificadas con los lineamientos políticos del partido de gobierno. Tal afirmación es válida desde hace mucho tiempo. Hoy representa una sentencia que sobrepasa, con creces, su significado. El rechazo hacia el régimen de partido único alcanza dimensiones de escándalo.
Ante un hipotético proceso plebiscitario sería posible adelantar una derrota sin margen para las dudas. Basta conocer que alrededor de un millón de coterráneos han optado por residir en otras naciones y que el potencial migratorio actual dentro de la Isla iguala esa impresionante cifra.
Yasmani Poll, Odaimis Álvarez y Ahmed López, tuvieron el privilegio de ser parte de un equipo de alto rendimiento con la posibilidad de competir fuera de las fronteras nacionales.
Ellos no son los primeros, ni serán los últimos en abandonar su país en busca de otros horizontes.
Deportistas, profesionales de cualquier especialidad, obreros, estudiantes, amas de casa y hasta jubilados esperan su oportunidad para dejar atrás un socialismo experto en vender promesas y estadísticas.
La desesperación puede correr los límites de la paciencia y todos los cubanos no tienen la suerte de salir al extranjero integrando un equipo deportivo, una brigada médica o a través de una carta de invitación cursada por algún pariente o amigo.
Esos que llevan años a la espera de poder escapar sin conseguirlo, son los candidatos a remontar-con pértigas- las cercas de las sedes diplomáticas o asaltar todo lo que flote en los litorales con el fin de hacer realidad sus sueños.
La inamovilidad actual podría constituirse en el detonante de una anarquía en sus más dramáticas versiones. ¿Será así el capítulo final de la revolución cubana?
Veremos que sorpresas nos depara la historia.
oliverajorge75@yahoo.com
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