Marianao, La Habana, 18 de junio de 2009, (SDP) Hace pocos días terminé de leer el libro de crónicas titulado Vida de Café (Ediciones Matanzas 2008), del periodista y escritor Ciro Bianchi Ross.
Una de sus crónicas, En Coche, se refiere a la historia de los distintos tipos de medios de transporte, presentes en Cuba desde finales del siglo XVIII, que alcanzó un buen desarrollo a mediados de XIX y un paulatino progreso en técnicas y servicio hasta la década del 50 del pasado siglo XX.
Otro gran periodista, Eladio Secades, en su libro Estampas de la Época, nos aclara el sentido etimológico dado en nuestro país al vocablo guagua. Nos dice este autor que este americanismo, procedente del sonido onomatopéyico del bebé al llorar, según los pueblos andinos, cambia aquí producto de la inveterada costumbre popular de viajar sin pagar el costo del pasaje, al igual que el niño de brazos. Hábito que se mantiene hasta hoy, incrementado por las actuales alcancías en sustitución de los cobradores.
Voy a presentar aquí el análisis del transporte público y en especial de las “guaguas” en esas etapas, comparándolas con las actuales; más en el sentido de prestación útil del servicio público que en cuestiones de modelos y adelantos.
Bianchi Ross señala, tomando como referencia Lo que fuimos y Lo que Somos o La Habana Antigua y Moderna, el clásico libro de José María de la Torre -1857- que las primeras guaguas circularon a partir de 1839 o 1840, en un recorrido que se iniciaba en la Plaza de Armas y llegaba hasta el Cerro, ampliándose después su recorrido a Regla, Guanabacoa, Jesús del Monte y Marianao.
El autor destaca que existía “una empresa de ómnibus que operaba en la Capital durante la segunda mitad del siglo XIX, la de Ibargüen, Ruanes y Compañía con sesenta coches y más de 150 empleados, con un establo de 800 bestias de tiro.
Si nos atenemos a los datos disponibles, hoy contamos en nuestros paraderos con una cantidad similar de vehículos, pero atienden a una población por lo menos diez veces mayor según los cálculos, por lo que tienen que dividir estos carros entre 8 o más rutas para brindar servicio a una ciudad que ha crecido por lo menos 5 veces.
Como curiosidad, también nos señala que estas guaguas comenzaban a funcionar muy temprano en la mañana y concluían a las diez de la noche, hora en la que salía la última, denominada entonces la de los enamorados, hoy llamada Confronta.
Ya en pleno siglo XX, la crónica nos narra el surgimiento en 1933 de la Cooperativa de Ómnibus Aliados, la COA, uno de cuyos fundadores fue el revolucionario Menelao Mora Morales, caído durante el Asalto al Palacio Presidencial. Esta empresa monopolizó el transporte urbano, hasta la llegada, en la década del 50, de la Empresa Autobuses Modernos S.A. conocidas popularmente como “Enfermeras” por estar pintadas de blanco, con una línea azul. Estas Enfermeras sustituyeron a los frescos y ruidosos tranvías, que operaban desde 1901, con 27 líneas.
Algo significativo es la minuciosa descripción del recorrido del tranvía L-4 Lawton-Parque Central, que los Autobuses Modernos adoptaron con idéntica denominación. Esta línea comenzaba a las 4:25 PM con una frecuencia durante el día entre 5 y 10 minutos, después de las doce de la noche mantenía una confronta cada 40 minutos. Mientras la COA cobraba 8 centavos y 2 más por la transferencia, los autobuses cobraban 10 centavos y daban gratis las transferencias.
Este L-4 es hoy la Ruta 54, la cual cuenta con dos ómnibus Mercedes Benz, adquiridos de uso y sin piezas de recambio. Su frecuencia promedio es cada una hora y cuando alguno de los carros sufre rotura, se dilata hasta 2 horas y algo más. La confronta funciona desde las 10 de la noche, con un solo carro, que realiza tres viajes hasta el reinicio de la línea al amanecer.
Entre todas las líneas actuales, algo más de 100 ómnibus articulados, en 17 rutas, prestan un servicio más o menos estable; el resto fluctúa entre regular y malo. Como ejemplo, podemos citar el de la Ruta 43, Arroyo Arenas-Terminal de Ferrocarriles, con un promedio de 30 kilómetros de recorrido, cuenta solamente con tres guaguas.
Es innegable que, a pesar de la mejora que ha experimentado el servicio, este es aún insuficiente. Comparativamente, en 1959 existían más de 2500 ómnibus para una población de un millón de habitantes, hoy probablemente el parque disponible no llegue a la mitad para cubrir las necesidades de una población estimada en dos millones doscientas mil personas, sin contar los pobladores transitorios. La frase que titula este artículo es bastante elocuente. Las cifras hablan por sí solas.
primaveradigital@gmail.com
Una de sus crónicas, En Coche, se refiere a la historia de los distintos tipos de medios de transporte, presentes en Cuba desde finales del siglo XVIII, que alcanzó un buen desarrollo a mediados de XIX y un paulatino progreso en técnicas y servicio hasta la década del 50 del pasado siglo XX.
Otro gran periodista, Eladio Secades, en su libro Estampas de la Época, nos aclara el sentido etimológico dado en nuestro país al vocablo guagua. Nos dice este autor que este americanismo, procedente del sonido onomatopéyico del bebé al llorar, según los pueblos andinos, cambia aquí producto de la inveterada costumbre popular de viajar sin pagar el costo del pasaje, al igual que el niño de brazos. Hábito que se mantiene hasta hoy, incrementado por las actuales alcancías en sustitución de los cobradores.
Voy a presentar aquí el análisis del transporte público y en especial de las “guaguas” en esas etapas, comparándolas con las actuales; más en el sentido de prestación útil del servicio público que en cuestiones de modelos y adelantos.
Bianchi Ross señala, tomando como referencia Lo que fuimos y Lo que Somos o La Habana Antigua y Moderna, el clásico libro de José María de la Torre -1857- que las primeras guaguas circularon a partir de 1839 o 1840, en un recorrido que se iniciaba en la Plaza de Armas y llegaba hasta el Cerro, ampliándose después su recorrido a Regla, Guanabacoa, Jesús del Monte y Marianao.
El autor destaca que existía “una empresa de ómnibus que operaba en la Capital durante la segunda mitad del siglo XIX, la de Ibargüen, Ruanes y Compañía con sesenta coches y más de 150 empleados, con un establo de 800 bestias de tiro.
Si nos atenemos a los datos disponibles, hoy contamos en nuestros paraderos con una cantidad similar de vehículos, pero atienden a una población por lo menos diez veces mayor según los cálculos, por lo que tienen que dividir estos carros entre 8 o más rutas para brindar servicio a una ciudad que ha crecido por lo menos 5 veces.
Como curiosidad, también nos señala que estas guaguas comenzaban a funcionar muy temprano en la mañana y concluían a las diez de la noche, hora en la que salía la última, denominada entonces la de los enamorados, hoy llamada Confronta.
Ya en pleno siglo XX, la crónica nos narra el surgimiento en 1933 de la Cooperativa de Ómnibus Aliados, la COA, uno de cuyos fundadores fue el revolucionario Menelao Mora Morales, caído durante el Asalto al Palacio Presidencial. Esta empresa monopolizó el transporte urbano, hasta la llegada, en la década del 50, de la Empresa Autobuses Modernos S.A. conocidas popularmente como “Enfermeras” por estar pintadas de blanco, con una línea azul. Estas Enfermeras sustituyeron a los frescos y ruidosos tranvías, que operaban desde 1901, con 27 líneas.
Algo significativo es la minuciosa descripción del recorrido del tranvía L-4 Lawton-Parque Central, que los Autobuses Modernos adoptaron con idéntica denominación. Esta línea comenzaba a las 4:25 PM con una frecuencia durante el día entre 5 y 10 minutos, después de las doce de la noche mantenía una confronta cada 40 minutos. Mientras la COA cobraba 8 centavos y 2 más por la transferencia, los autobuses cobraban 10 centavos y daban gratis las transferencias.
Este L-4 es hoy la Ruta 54, la cual cuenta con dos ómnibus Mercedes Benz, adquiridos de uso y sin piezas de recambio. Su frecuencia promedio es cada una hora y cuando alguno de los carros sufre rotura, se dilata hasta 2 horas y algo más. La confronta funciona desde las 10 de la noche, con un solo carro, que realiza tres viajes hasta el reinicio de la línea al amanecer.
Entre todas las líneas actuales, algo más de 100 ómnibus articulados, en 17 rutas, prestan un servicio más o menos estable; el resto fluctúa entre regular y malo. Como ejemplo, podemos citar el de la Ruta 43, Arroyo Arenas-Terminal de Ferrocarriles, con un promedio de 30 kilómetros de recorrido, cuenta solamente con tres guaguas.
Es innegable que, a pesar de la mejora que ha experimentado el servicio, este es aún insuficiente. Comparativamente, en 1959 existían más de 2500 ómnibus para una población de un millón de habitantes, hoy probablemente el parque disponible no llegue a la mitad para cubrir las necesidades de una población estimada en dos millones doscientas mil personas, sin contar los pobladores transitorios. La frase que titula este artículo es bastante elocuente. Las cifras hablan por sí solas.
primaveradigital@gmail.com
2 comentarios:
MUY BUENO...PERO TENDRI Q HAVER ESTAD MAS DESARROLLADO.
LA VERDAD..esta bueno.. pero no habla sobre la verdad ,lo q realment pasa hoy y antes. felicitaciones al escritor...............
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