jueves, 6 de agosto de 2009

RECOMENDACIONES PARA UN ORADOR TARDÍO, Rogelio Fabio Hurtado


Marianao, La Habana, 6 de agosto de 2009, (SDP) Esperaba que el vasto palacio de los congresos tuviese la climatización central apagada, a tono con la proclamada campaña de ahorro energético; no fue así y me quedé con las ganas de verlos sudorosos, echándose un poco de fresco con los informes oficiales.

Me preocupa, como quiera que sea, ver a casi 600 personas en general desocupadas, excepto cuando el maestro de ceremonias las exhorta a levantar sus brazos derechos al unísono o los instantes en que el Orador repite con una cierta entonación las fórmulas que habitualmente espera que sean seguidas por aplausos, que pueden ser prolongados o calificarse de ovación, cuando el auditorio decide ponerse de pie para evitar los calambres en los miembros inferiores. Me parece que, sobre todo a las compañeritas, podrían facilitárseles hilos y agujas para que, entre uno y otro aplauso legislativo fuesen tejiéndoles algunas prendas a sus nietecitas.

Si bien su antecesor hablaba en exceso, su sobriedad empieza a tornarse alarmante. Del pronunciado en su tierra, ni hablar. Es verdad que a esa hora tan temprana la inspiración suele estar aún durmiendo. Usted fue incluso locuaz, si reconocemos que de hecho, no dijo nada. Como técnica de suspense, no estuvo mal, amenazó con malas nuevas que se reservó. Me quedé esperando los grandes titulares colorados en los que se regodea su
Diario cuando se anuncian nuevas restricciones, como acicates para que los pobres se aprieten un poco más el cinto.

Pero llegó el día anunciado, apareció el reportaje exclusivo y anónimo, pero tampoco acabaron de mencionarse concretamente las novísimas disposiciones. El anuncio de la suspensión sine die del Congreso ya todo el mundo se lo imaginaba, así que ahí no sorprendió a nadie. Al fin y al cabo, ya es casi una gloriosa tradición partidista que esos eventos se pospongan indefinidamente. Excepto usted, su camarada Machado y algunos pocos, no creo que nadie se desvele por eso en Cuba.

Eso sí, es muy conveniente que estudien bien, pues no será la primera vez que en menos de 6 meses las flamantes tesis y resoluciones quedan desguabinadas por la realidad. Terminada la lectura del Diario, la expectativa de escucharlo por fin decir algo quedó reducida a su intervención en la clausura del periodo de sesiones de la llamada Asamblea Nacional – que, inter nos, siempre se me ha parecido a la Duma.

Aquí por fin habló, acabo de oírlo. Le confieso que, parafraseando un viejo bolero, usted lo dijo todo sin decir nada. Si su intervención del 2007 hizo surgir ilusiones de renovación incluso entre desilusionados y adversarios, porque dio la impresión de estar dispuesto a escuchar algo diferente al eco de sus propias voces, este de ayer creo que no convence ni a los convencidos de oficio. Encima, ha incurrido Ud. en un error de lesa magia: ha revelado un viejo truco.

Al referirse precisamente a lo que ahora denominó el proceso de discusión del discurso del 26 de julio del 2007 se refirió a cifras y por cientos de planteamientos críticos por los que entonces nos quedamos sencillamente esperando. Aquello se congeló y quienes efectivamente plantearon con claridad sus numerosas insatisfacciones quedaron convencidos de que usted había comprado cabeza y le había cogido miedo a los ojos.

Ahora resulta que tanto usted como quienes se sientan a su alrededor no se sintieron entonces obligados ni política ni moralmente a dar respuestas, para venir ahora a revelarnos que aquello no fue más que un ensayo, es decir, una suerte de farsa, para lanzar ahora una supuesta versión de nueva consulta con el pueblo con vistas a un hipotético futuro Congreso del PCC.

Afirmó Ud. también que tienen larga experiencia en esas consultas populares. No lo dudo, pero tampoco dudo que de los planteamientos quedaran necesariamente fuera todos los que contradigan el guión previamente confeccionado por los Mayimbes. No creo que espere provocar la misma reacción favorable del 2007, pues por miedosos que seamos, no somos tontos. Si, como siempre, terminarán haciendo lo que mejor les parezca, es mejor que se ahorren el ritual y todo el papeleo, como usted dice.

Aún me quedan un par de detallitos. Afirma Ud. que nos hemos comido el socialismo antes de construirlo, y esto verdaderamente me inquieta, a menos que esté refiriéndose a las asignaciones especiales de las que disfrutan sólo los elegidos, porque si se trata de la cuota de la libreta, no creo que ni al peor enemigo del Socialismo podría ocurrírsele proponer como manjar del futuro al picadillo de soya o la croqueta de tilapia. Por cierto, he oído decir por ahí que las esposas de sus subordinados obsequian a servicio doméstico con sus cuotas de la libreta, averígüelo.
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