jueves, 16 de abril de 2009

A CONFESIÓN DE PARTE, Leonardo Calvo Cárdenas



Boyeros, La Habana, 16 de abril de 2009, (SDP) Parecía increíble lo que se podía leer en el Nuevo Herald de Miami, en un hecho inédito y sin precedentes la Coalición Todos Unidos, la Agenda para la Transición y la Unidad Liberal de la República de Cuba que agrupan al sector mayoritario, más conservador y confrontacional del movimiento opositor y de derechos humanos en la Isla, expusieron al gobierno norteamericano su reclamo público y desembozado sobre el destino y los manejos de los montos millonarios que desde las instancias federales del país vecino se destinan para apoyar materialmente la lucha por la democracia en Cuba.

Lo que durante años había sido reclamo e inquietud más bien oficioso y discreto de los presuntos beneficiarios y aspirantes en Cuba a esos dineros, que en los últimos tiempos motivaron no pocos pugilatos, cuestionamientos y auditorías oficiales, se convierte con la conferencia de prensa y las declaraciones de la pasada semana en una especie de aceptación de compromiso de varios de los más destacados y reconocidos líderes pro democracia del país, que hasta el momento habían sido ciertamente esquivos a la hora de reconocer su vínculo o dependencia de las partidas millonarias que, pública y abiertamente, destinan las autoridades estadounidenses para forzar el cambio de sistema político en Cuba y cuyo resultado más efectivo y visible ha sido reforzar los argumentos con que el gobierno cubano pretende deslegitimar a sus opositores y justificar la intolerancia represiva que padece por esencia y naturaleza.

El problema no es nuevo, de hecho hace casi una década llegaron a Cuba los primeros funcionarios encargados de monitorear la ruta y el destino de las conflictivas asignaciones, pero incluso en esas ocasiones los principales líderes opositores se abstuvieron de asistir a las reuniones correspondientes con los veedores federales. Sin embargo, recuerdo que el entonces líder político Osvaldo Alfonso Valdés, quien en los juicios de la primavera negra del 2003 traicionó de manera indigna su compromiso opositor y el “periodista independiente” Manuel David Orrio quien en aquel mismo momento se reveló como un “arriesgado” agente encubierto, se ufanaron en sus respectivos círculos íntimos de haber respondido a la citación que para el efecto les cursó la representación norteamericana en la Habana.

El caso es que la queja, por mucho tiempo latente y velada, se ha hecho oficial y pública, los reclamantes insisten, ahora con asombroso desenfado, en que los canales escogidos son inoperantes o inviables para que los recursos financieros asignados lleguen a sus lógicos destinatarios en Cuba, además de hacer recomendaciones concretas de cómo encaminar las “ayudas” con mayor efectividad.

En mi criterio las dos principales trascendencias de este asunto radican por un lado en que los cubanos comprometidos, por propia voluntad, con el anticastrismo desde los Estados Unidos han preferido hacer depender su aporte al esfuerzo por el cambio en Cuba de las asignaciones de un gobierno extranjero, por demás profundamente interesado, en lugar de tratar de reeditar, ahora en mejores condiciones, los ejemplos de abnegado desprendimiento que la emigración cubana prodigó para ayudar a solventar la cruzada martiana por la independencia y la lucha por la restauración democrática en los años cincuenta del siglo pasado.

Por otra parte si bien la ausencia de vocación democrática de las autoridades cubanas ―que se han demostrado dispuestas a ceder su soberanía al presidente venezolano por unos buches de petróleo sin que un solo militante del partido comunista protestara por ello― se ha fundamentado siempre en descalificar a sus adversarios internos como dependientes de su enemigo jurado, muchas veces con pruebas forzadas e incluso ridículas, ahora líderes cuyas palabras y acciones constituyen noticia segura han demostrado de cara a las cámaras un descarnado interés por los abultados y conflictuosos montos de la “asistencia financiera” norteamericana.

Queda por ver que influencia tendrá en el devenir inmediato de la realidad cubana esta sorprendente revelación ahora que como nunca antes las circunstancias y ambientes políticos norteamericanos y la actitud naturalmente consensuada de todos los interlocutores internacionales están encaminadas a propiciar el necesario avance de Cuba hacia formas modernas de convivencia, reto para el cual las autoridades de la Isla no parecen estar debidamente preparadas.
elical2004@yahoo.es

NOTA: Historiador y politólogo. Miembro del Partido Arco Progresista, representante en Cuba de la revista Islas.

No hay comentarios: