jueves, 16 de abril de 2009

¿PARANOIA BUENA?, Ramón Díaz Marzo


(Fragmento del libro inédito “Catarsis”)
Este último encuentro con Doble Cara en la calle de los Obispos se resume así:

Voy subiendo en dirección al restaurante "El Floridita" y veo a Doble Cara con "la novia". Cuando ya están cruzando paralelo a mí, yo le miro con el rabillo del ojo, pero mis intenciones son continuar el camino. Entonces Doble Cara ha calculado centímetro a centímetro el momento cumbre en que tiene que volverse y mirarme porque es indudable de que en mis planes no está contemplado saludarlo.

DOBLE CARA: ¿Así que no querías saludarme?
Ramón: No. No era necesario.
DOBLE CARA: Por eso no me has llamado por teléfono. Te dejé una nota por debajo de la puerta.

Ya Doble Cara no recuerda los meses previos a los arrestos masivos de 75 periodistas cuando desapareció del mapa. Cuando dejó de ir por la casa…, y cuando todo lo justificaba diciendo que estaba enredado con otra Temba. Su última llamada fue para decirme que Orrio era un agente de la Seguridad, algo que ya todo el mundo sabía y yo presuponía antes del dechabe. Pero que seguramente la Jefatura le orientó decirme a mí, un poco para limpiarse él. Decirme lo que ya yo harto sabía. Además, Doble Cara desconoce por completo que le llevo una Historia Clínica.

Ramón: Si cuando yo estaba en activo como periodista independiente, apenas recibía en mi casa a dos o tres gatos, ahora que ya estoy quita`o de todo, menos que menos recibo a alguien.
DOBLE CARA: ¿No quieres conocer las últimas noticias de la revista que estoy preparando?
Ramón: No quiero conocer absolutamente nada.
DOBLE CARA: ¿No puedo ir por tu casa para hablar de literatura, de la vida…?
Ramón: Nosotros ya hemos llegado al final del camino. Lo único que nos resta por hacer es encerrarnos cada uno en su mundo y escribir su personal tragedia.

Hay momentos desesperados en que uno acude a cualquier medio con tal de solucionar un problema o tranquilizar el espíritu. El año 2002 yo me conseguí unas cartas españolas y un librito donde se explica el valor positivo o negativo de cada carta y su combinación con otras cartas. El año pasado yo estuve abusando mucho de este sistema de adentrarme en la realidad futura. En la mayoría de las ocasiones me daba resultado. Si hubiera llevado una estadística, actualmente dispondría de la certidumbre que las cartas españolas, como sistema de adivinación o precognición del futuro, son fiables.

Sin embargo, durante todo el año 2003 apenas las he utilizado. Todo fue motivado porque el 31 de diciembre pasado (año 2002) pregunté si en el año 2002 yo tendría un equipo de computación. Como el equipo de computación apareció en los primeros días del mes de enero, decidí que las cartas españolas no eran fiables. Sin embargo, siempre he pensado que aquella importante pregunta no la hice en el 2003, sino en el 2002. Es posible que haya un poco de magia y las preguntas haya que hacerlas dentro del año. O también es posible que hayan ocurridos eventos importantes que decidieron en mi destino que yo tuviera un ordenador para ese año, pues pensándolo bien, mis cartas españolas, de ningún modo son la bola mágica que conoce toda la verdad. En éste sentido debo pasar por alto algunas grandes limitaciones de mis cartas, pues en cosas más sencillas dentro del contexto de mis circunstancias, las cartas siempre me han vaticinado la verdad improbable que luego se cumple.

Escribir sobre las cosas malas que uno piensa de las personas en este mundo es más fácil que escribir sobre las cosas buenas. Bueno, cuando uno sabe escribir, tanto el Mal como el Bien, suelen ser bien escritos. Lo que sucede es que la literatura prefiere para sus motivaciones el lado oscuro de las personas. Así, aún pienso mal sobre Maión, de que el viaje a España es una patraña, que todo se resume en la retorcida venganza de un gran personaje contra un insecto que sobrevive en la finca de un dictador del Caribe.

Sin embargo, uno no se rinde. Uno quiere creer que la condición humana es esencialmente generosa. Entonces he sacado de la gaveta mis olvidadas, pero siempre presentes cartas españolas y les he preguntado si Maión me sacará de Cuba. Y ha salido el 2 de copas al derecho acompañado del 7 de oro al derecho, lo que significa fortuna y honores. En realidad nunca me ha importado la fortuna y mucho menos los honores. Si llego a España, lo único que deseo es tener el dinero necesario para conocer el mundo y llevar una vida sencilla que me permita escribir los muchos libros que tengo que escribir.

Pero las cartas hay que interpretarlas. Ellas hablan de "fortuna". Yo interpreto que sería una fortuna para mí poder salir de Cuba. Y hablan de honores. Si Maión me saca de Cuba es el honor mayor que se me pueda hacer. Un extranjero, con el que apenas tuve tiempo de establecer un roce más profundo, se digna a preocuparse por mí, y eso sólo tiene un nombre: generosidad.

De manera que tengo esperanzas de que el viaje a España se convierta en un hecho real. Sólo me resta esperar a que se cumpla un destino que a veces no sé si yo mismo lo fabrico, o ya viene de la fábrica de todo aquello que desconocemos y que muchas veces será la explicación del por qué estamos aquí preocupándonos por la vida y la muerte.

Pero en cuanto a escribir sobre lo malo, todo no es especulación. Esta mañana me he levantado y lo primero que he visto ha sido la destrucción de una loza del guarda cantón de la pared correspondiente a una de mis habitaciones. Ayer, cuando regresé a mi casa con la mala noticia de que aún la carta de invitación no se había convertido en un hecho real, venía con mil demonios en el cuerpo. Ya en mis habitaciones, donde sólo pido de los vecinos respeto a la convivencia, a los pocos minutos de llegar, salieron de sus madrigueras las dos "hijitas" de Esperanza (que es una esquizofrénica) a jugar con la pelota pasándola por encima de un tubo que cruza el pasillo a gran altura, y es el tubo que lleva el gas a mi cocina. En reiteradas ocasiones les he llamado la atención sobre el hecho de que el escándalo que forman en el pasillo y el ruido de la pelota contra el piso del pasillo penetra al interior de mis habitaciones como si el juego estuviera ocurriendo dentro de mi casa.

Estas niñas, junto con la madre, son unas personas malas y malditas. No reaccionan bajo ninguna prédica. Desde que vinieron a vivir aquí sólo me han molestado con sus escándalos de familia oriental de baja catadura. Entonces ayer les llamo la atención. Les digo que me están molestando. Lo digo en un tono muy bravo, que de algún modo denota deseos de matarlas. Estas niñas continuaron jugando.

Y salió otra putica que han traído del campo. Es una jabá de lo más vulgar que se puso a jugar a la pelota en el pasillo para demostrarme que mis quejas no les importaban. Luego, en la tarde, cuando Esperanza llegó de su trabajo de fregar platos en Eteccsa, esos juegos se intensificaron. En vez de jugar a la pelota. comenzaron a gritar junto con unos vecinos nuevos que viven al fondo del pasillo.

Les aseguro que en estas condiciones ningún escritor puede escribir; excepto que se trate de un escritor que necesite del ruido para concentrarse. Sin embargo, debido al disgusto tan grande que había traído de la calle con la noticia de que la Carta de Invitación aún no era un hecho, tuve la prudencia de ingerir dos pastillas de diazepam y dos pastillas de Dipirona y colocar la prótesis dental en un vaso de agua porque las mandíbulas se me habían contraído y me dolían.

Esta mañana en el consultorio del médico de la familia una vecina del tercer piso me preguntó si en mi piso, ayer en la tarde, hubo una fiesta. Claro, esta pregunta tenía un componente irónico. Ésta vecina me dijo que el escándalo podía oírse desde que uno llegaba al umbral del edificio.

Yo pienso que este escándalo está orientado por la policía política. Tanto la madre como las dos hijas están orientadas y debidamente autorizadas para realizar estas agresiones que sólo me molestan a mí. Yo pienso que el plan de la policía política es provocar en mí un arranque de ira. Que yo tome una cabilla de acero de arreglar llantas de bicicleta, vaya hasta esa casa, y cometa alguna locura que les permita a las autoridades cubanas arrestarme y condenarme por homicidio premeditado, y si no me sentencian a muerte, tener la justificación de condenarme a "CADENA PERPETUA".

Si este es el plan, indudablemente al gobierno cubano no le importa la vida de dos niñas y una madre enloquecida por su enfermedad y la necesidad de todos los días. Sólo le pido a Dios que me dé la suficiente voluntad de no hacerle daño a nadie, excepto que se trate de un acto de defensa personal. Amén.
ramon597@correodecuba.cu

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