jueves, 9 de abril de 2009

¿QUIEN ES EL ÚLTIMO?, Pablo Pacheco Ávila



Prisión Provincial Canaletas, Ciego de Ávila, 9 de abril de 2009, (SDP) La pregunta parece propia de una cola para comprar el pan o la leche, pero no es eso. Más bien se acerca a las listas que hacían personas necesitadas a finales de la década de los 80 y principios de los 90 en los comercios de ropa, zapatos, colchones, etc. Era en los momentos en que el comunismo europeo daba su último adiós a la humanidad y la cúpula gobernante en la Isla, en su afán por aferrarse al poder, llevó a la sociedad cubana a los más bajos índices de pobreza.

En la galera en que estoy recluido en la Prisión Provincial de Canaletas, en Ciego de Ávila, nos hacinamos 27 personas. Sin descontar que en alguna ocasión, dos reclusos tuvieron que dormir en el piso, producto de la congestión en la cárcel. Pues bien, aquí en la galera 43, los convictos piden su turno para bañarse, dos y hasta tres horas antes que pongan el agua. Lo hacen en el único baño que se dispone para estos menesteres, de apenas 1,5m de ancho por 3m de largo. Allí existe una ‘canoa’, parecida a las que existían en las vaquerías en que mi padre laboraba, cuando yo era adolescente.

De aquella etapa, recuerdo como mi madre nos enviaba a mi hermano y a mí a chequear las listas de las colas, a media mañana y que ella lo hacía a las seis de la tarde y a las seis de la mañana. Esto si aspirábamos a un buen par de zapatos o a un cómodo colchón de muelles. A veces, se formaban problemas porque un inteligente elaboraba una nueva lista, que chequeaba a las tres de la madrugada. Entonces, ¡adiós zapatos y colchón de muelles! Aunque mi madre, en su afán por hacernos felices, le cogió el ‘tumbao’ a las colas y dormía en el parque de Ceballos o en los portales de la Tienda, para no perder el turno.

Donde me encuentro, también existen inteligentes y realizan dos colas, entonces surge la apoteosis. Hasta ahora, la sangre no ha llegado al río. Más bien el asunto mueve a risa, porque existe otro grupo que deja pasar los días y nada de baño. Una cosa es bien segura, los calores están por llegar. Si las autoridades del penal no toman conciencia del asunto, viviremos como cerdos. El agua se suministra dos veces al día por 40 minutos y además del baño, debemos usarla para descargar los servicios sanitarios o turcos.

Mis compañeros de infortunio me dicen que voy a volverme loco, porque ha funcionado así durante largos años y nunca ha cambiado. Por momentos dudo de que sea como me cuentan, de ser así, habrá que decir lo que dice el humorista Chivichana: ¡Le zumba el mango!
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