jueves, 9 de abril de 2009

EN EL OCASO DE SUS VIDAS Amarilis C rey


Managua, La Habana. Abril 9 de 2009. (SDP) Para la casi totalidad de los pensionados en Cuba, comenzar cada mes pudiera significar un desafío a la vida.

El reto se manifiesta en las largas filas de jubilados, que se aglomeran en los exteriores de los bancos y oficinas de correos donde acuden para el cobro de sus chequeras.

En ocasiones, la situación en estos sitios puede tornarse dramática. Pelean entre ellos por los turnos en la fila, sobre todo si la empleada que debe atender este servicio llega tarde. Algunas veces hay demoras en el depósito del crédito. “El dinero no ha llegado”, el rumor se convierte en clamor y recorre la cola.

El disgusto se nota más cuando los mandan de un sitio a otro. “Estábamos esperando en el banco para cobrar y al rato allí nos dicen que es en el correo, fuimos para el correo y tampoco hay dinero para pagarnos. Esto es un relajo”, dijo Blanca, una anciana de 84 años, residente de Ciudad Habana.

Pero la parte más dura en esta historia es que muchos afirman que el dinero de esa jubilación les alcanza para bien poco.

“Yo cobro 147 pesos de un seguro social, es algo. Pero de acuerdo a como está la vida, si voy a la farmacia a comprar mis medicinas, regreso sin nada para la casa”, dice Olga una anciana de 74 años. “La suerte es que tengo a mis hijos, que me ayudan mucho. Lo mismo me traen cosas para comer que dinero, que ropa. No me quiero imaginar como sería mi vida si no fuera por la ayuda de ellos.”

Otros abuelos, después de cobrar, van directo a realizar compras al agro mercado. Allí entre algunas libras de arroz, viandas y ensaladas, dejarán más de la mitad de su mensualidad.

Julián, de 69 años, expresó: “Es que la vida está muy cara. Mira, acabo de comprar unas libras de arroz, unos boniatos, dos libras de malanga, tres de cebollas, cuatro cabezas de ajos, aquí van más de 70 pesos, - hace un ademán señalando una pequeña jaba que sostiene en su mano- y cobré 250. Ahora cuando pague la electricidad y el agua ¿con cuanto me quedo para seguir comprando comida? Con esto que llevo hoy no resuelvo mucho.”

Cuando se hace mención a la cuota de la libreta de racionamiento, el anciano responde: “Pero, hija, ¿quien vive con eso todo el mes? Pronto se acaba porque es bien poco. Entonces tienes que comprar comida aquí o en otros lugares, que hasta puede ser más cara, o te mueres de hambre. Yo pienso que eso de la libreta es una justificación para decir que todos comemos igual. Eso es mentira y la deben quitar ya”.

Convertirse en vendedores ambulantes de cualquier mercancía que caiga en sus manos, es la “solución” que han encontrado estos abuelos que en su mayoría dedicaron muchos años de su juventud a trabajar.

Ana Gloria tiene 65 años. Vende jabas desechables, cigarros, cuchillas de afeitar, limas de uñas entre otras menudencias.

“Yo vendo donde puedo, -comenta - y sobre todo donde no esté la policía. Ya me multaron una vez y me quitaron las cosas que tenía para vender. En un carro de policía me llevaron a la estación, y allí fue todo. No es a mi sola, nos persiguen mucho a los viejos que vendemos. Las multas son de acuerdo al policía. Algunos te consideran y te la ponen de poco dinero, pero otros no tienen piedad. La que yo pagué hace algunos meses fue de 30 pesos, pero lo perdí todo.” Y agrega: “Aunque tengo miedo, tengo que seguir vendiendo, con los 270 pesos de pensión que recibo no me alcanza para comprar mis medicamentos y la comida.

Aún con el aumento recibido hace poco tiempo, las jubilaciones en Cuba dejan mucho que desear. Sobre todo para aquellos que por una razón u otra, pasan solos el ocaso de sus vidas.
amarilisrey@yahoo.com


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