jueves, 23 de abril de 2009

LA BATALLA DE SANTA CLARA, Juan González Febles


Lawton, La Habana, 23 de abril de 2009, (SDP) Hace cincuenta años y más, el ejército al servicio del dictador y general presidente II, Fulgencio Batista ideó enviar al centro de la Isla un tren blindado, dicen que para sofocar a los rebeldes. La idea vino como anillo al dedo para estos últimos.

Primero se descarriló al tren, luego asaron a los pobres soldados con cocteles molotov y finalmente, convirtieron su salida desesperada del tren en llamas en un tiro al blanco. Todo para disfrute y solaz del Che Guevara, que según se supo con posterioridad, aspiraba a convertirse en una fría y eficiente máquina de matar. A fuer de sincero, Guevara consiguió convertirse en la máquina de matar que soñó. La eficiencia fue lo que nunca logró alcanzar. El pobre siempre anduvo corto en aquello de lograr concluir algo correctamente.

Cincuenta años y más después, el mismo bando libra su segunda batalla de Santa Clara. En esta oportunidad, la bien entrenada y disciplinada policía de Seguridad del Estado al servicio del dictador y general presidente III, Raúl Castro, enfrenta a un grupo de civiles al frente de los cuales está Jorge Luís García Pérez ‘Antúnez’.

Antúnez y sus seguidores aman la vida y nunca han matado. Son sólo seres humanos que luchan porque se respeten los derechos del resto de los seres humanos, que comparten con ellos un gentilicio muy especial: ser cubano. La fuerza entrenada del general presidente III, ha hecho un impresionante despliegue en Placetas, Santa Clara. Están determinados a ganar otra vez su Batalla.

Como hace cincuenta años, el ‘enemigo’ está encerrado. A falta de tren blindado, se encuentra en una humilde casa. En el cerco faltan las ‘frías y eficientes máquinas de matar’. Sólo participan segurosos, que a diferencia de Guevara, si son muy eficientes en términos de reprimir.

A los diplomáticos y a la prensa extranjera acreditada en Cuba, no les importó mucho la suerte de Antúnez y sus seguidores. Pero, de forma recíproca, al mundo tampoco le importó Evo Morales. En Bolivia se quiso reeditar el estilo y no se pudo conseguir el fin que se perseguía.

Luego del más reciente descalabro con Obama, parece que el general Raúl y su policía de Seguridad del Estado, buscan con desesperación otra victoria por Santa Clara. Esta vez sin argentino matador ni tren blindado. Me cuentan los de por allá, que para no perder la costumbre y la práctica de matar, mataron al perrito de Antúnez. Ojala no terminen por matar un negro, que para ellos no es mucha la diferencia.
jgonzafeb@yahoo.com

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