jueves, 16 de abril de 2009

DOÑA CONSTANCIA Y EL FATAL EMPECINAMIENTO, Moisés Leonardo Rodríguez


Cabañas, Pinar del Río, 16 de abril de 2009, (SDP) El empecinamiento de los gobernantes cubanos en mantener un excesivo estatismo lleva a los talentos que les sirven a tratar de culpar de la disfuncionalidad del desorden impuesto a las propias víctimas.

Una muestra de ello lo brinda el comentario “Doña Inconstancia”, de la periodista Maray Suárez, presentado el 24 de marzo en el Noticiero Nacional de Televisión, en que trata de las supuestas causas de las deficiencias en el comercio y los servicios estatales.

Comienza la periodista diciendo que “Muchos cubanos critican hoy la situación de diversos servicios y proyectos comerciales y es que el conocido fijador, luego de un tiempo y como por arte de magia, desaparece. ¿Cuántas veces nos hemos preguntado por qué?”.

Aquí el término “fijador” debe entenderse como lo que mantiene las cosas funcionando bien por analogía con los perfumes en que el fijador hace perdurar su aroma.

A continuación se presentan ciudadanos entrevistados sobre el asunto en un alarde de libertad de opinión en el país. Realmente solo sale al aire lo que la censura permite. Críticas a la cadena, pero nunca al mono.

Las opiniones incluyeron la falta de “sentido de pertenencia” de los que “no ven los lugares donde trabajan como de ellos”. Otros se refirieron al relajamiento de la disciplina laboral en lugares donde las cosas se iniciaron bien.

Una de las entrevistadas culpó a la “…falta de exigencia, control y espíritu de abnegación de muchas personas para cumplir con las con tareas que la revolución nos está dando.”

Lo que no dijeron la periodista ni ninguno de sus entrevistados es que esos rasgos no están casi presentes en las microempresas de los acá denominados cuentapropistas.

Mas adelante expresa Maray que “La inconstancia es el talón de Aquiles en la perdurabilidad de la eficiencia en producciones y servicios. El gobierno cubano se esfuerza por dar un impulso al desarrollo pero se necesita de sistematicidad en el control.”

La sistematicidad y el control son inútiles en lo inviable. Los hombres intentaron por siglos construir el Perpetum Movile (Móvil Perpetuo) que proporcionaría trabajo sin consumir energía. Esto es contrario a la ley universal de conservación y transformación de la energía. Hoy día solo los locos, o los ignorantes, persisten en su construcción.

La excesiva centralización que acá acompaña a lo que denominan indistintamente como socialismo, revolución o gobierno cubano, no es natural.

Según el marxismo, los cambios de los sistemas socioeconómicos suceden cuando las fuerzas productivas agotan todas sus potencialidades en determinadas relaciones de producción. Se han de establecer entonces nuevas relaciones que rompan los frenos a las primeras.

En la Cuba de Castro ha sucedido todo lo contrario. Se establecieron y perduran relaciones que pudiéramos denominar de no-producción. El Estado Neo-esclavista y sus mayorales impiden desarrollar toda iniciativa a los individuos que constituyen el “elemento fundamental de las fuerzas productivas”.

Su lugar lo ocupan los neo esclavos que, como los viejos esclavos, no sienten estímulo alguno para producir y anhelan nuevas relaciones que les proporcionen recompensa inmediata, como es natural en los seres humanos.

El país ha sufrido durante cincuenta años un alejamiento continuo de su frontera de posibilidades de producción. De exportador neto de alimentos ha devenido importador de ellos. Todas las producciones agrícolas han mermado, incluida la azucarera. Las industrias derivadas han desparecido prácticamente.

De lo dejado en las arcas de la República inicialmente, de subsidios después y en la actualidad de remesas, donaciones, inversiones extranjeras de altísimo riesgo y préstamos sin garantía alguna de pago, se mantiene el caos para mal de casi todos y la “dolce vita” para la nueva clase.

Si en algo pueden estar de acuerdo los lúcidos de todos los bandos con Maray es en su afirmación de que “Los ejemplos donde habita Doña Inconstancia son interminables”.

La práctica histórica y social, que según Lenin es “el criterio supremo y único de la verdad”, permite añadir a esta última afirmación que así seguirá siendo hasta que sean liberadas las fuerzas productivas.

Mientras, la camisa de fuerza del estatismo mantendrá inmovilizada la mano invisible de Doña Constancia.
corrientemartiana2004@yahoo.com

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