jueves, 9 de abril de 2009

LA PELOTA EN CAJA CUADRADA, Francisco Chaviano González


Jaimanitas, La Habana, 5 de abril de 2009, (SDP) El pasado domingo 29 de marzo, en el programa de televisión “Tras la Huella”, se abordó el problema de la emigración de peloteros cubanos hacia las Grandes Ligas de Norteamérica. Como siempre, cuando está involucrada la policía política, se deja ver que se basa en hechos reales para engañar mejor a los tele espectadores. El pelotero es asediado por los scout y los traficantes de personas, tras los cuales se oculta la CIA en un plan para desprestigiar a la revolución. Luego el atleta, cual patriota egregio, rechaza las pretensiones de soborno que utiliza el enemigo, acción que apoya firmemente su familia. Y finalmente las gloriosas fuerzas de la Seguridad del Estado, capturan a los malhechores que luego son sancionados de forma ejemplarizante por los Tribunales.

Nada más lejos de lo que yo conocí en prisión relacionado con este tema. Por allá me encontré con dos jóvenes peloteros de Industriales, encarcelados por tratar de salir del país clandestinamente por Santiago de Cuba. Ellos me relataron como en los equipos de béisbol, cuentan permanentemente con un oficial de la Contrainteligencia que es el que determina quien puede salir a jugar al extranjero y quien no. Uno de ellos de apellido Neninger, residente en Playa, rememoraba como este oficial lo había excluido de salir al exterior, por haber tenido una novia extranjera cuando formaba parte del equipo juvenil de Cuba.

Pero el caso más notable es el del Sr. Juan Ignacio Hernández Nodar, norteamericano residente en República Dominicana, hijo de padres cubanos con los que emigró de Cuba a poco de nacer. Se dedicaba profesionalmente a reclutar jóvenes talentos del béisbol para el deporte rentado, de lo que obtenía buenas ganancias.

Gestionaba los contratos de dominicanos, mexicanos, etcétera y por qué no cubanos. Así reclutó a Osvaldo Fernández Rodríguez (Millinton, EUA, en julio 1995); Liván Hernández Carrera (Monterrey, México, en septiembre de 1995); Vladimir Núñez Salabaza y Larry Rodríguez (Puerto de la Cruz, Venezuela, en Octubre de 1995); y Rolando Arrojo Ávila (Atlanta, EUA, en julio de 1996). Durante estos años entró a Cuba como turista en varias oportunidades, para traer dinero a los familiares de los peloteros en cuestión.

Contaba Juan, que él comenzó a acercarse a los peloteros cubanos cuando salían al exterior, al igual que hacía con los de otros países. Ellos le aceptaban de muy buen grado su amistad, porque él les regalaba aquello que veía querían comprar y no podían, pues solo le daban dos dólares diarios. La mayor parte de ellos deseaban pasar a las ligas mayores de pelota, pero se mostraban muy temerosos e inseguros para dar ese paso pues su gobierno lo calificaba de traición y la tomaba con los familiares que dejaban atrás. Aseguraba que la excepción era Pedro Luís Lazo Iglesias, quien le solía decir en tono muy campechano: “Yo no quiero ser millonario, a mí con dos botellas de ron me bastan”.

Hernández Nodar, entra a Cuba por última vez el 10 de agosto de 1996 con motivo del Torneo Mundial Juvenil de Béisbol, efectuado en Santi Spíritus. El día 12 acudió al estadio para ver el desempeño de dos peloteros venezolanos a quienes representaba. Ese día fue detenido allí por la Policía Política, quien seguía los pasos al hombre que les estaba despojando de las estrellas cubanas. Por esta razón le condujeron a Villa Marista, Cuartel General de la Seguridad del Estado, donde le iniciaron un espurio proceso de instrucción.

Aunque le ocuparon una visa dominicana para el torpedero de Industriales, Germán Mesa Fresneda (quien le había solicitado ayuda para emigrar), no había cometido delito alguno, pues no existía figura delictiva en el Código Penal para su proceder. Pero en este país, la ley es el Comandante, por lo cual había que endilgarle algún artículo para sancionarle y optaron por el cargo de “promover las salidas ilegales del territorio nacional, cuya sanción establecida es de 2 a 5 años de privación de libertad.

Luego de 3 ½ meses en una celda tapiada de Villa Marista, le presentaron los cargos y tres días después la farsa del juicio oral donde se presentaron como testigos los peloteros: Germán Mesa Fresneda, Orlando Hernández Pedroso (El Duque), Alberto Hernández Pérez, Pedro Luís Lazo Iglesias y Daniel Lazo Monterrey.

Todos declararon favorable al encartado, excepto el torpedero de Industriales Germán Mesa Fresneda, quien al estar sancionado por tener planes de deserción, necesitaba expiar su culpa. Por ello, a pesar del repudio de sus compañeros, se prestó para dar un falso testimonio elaborado por el G-2 según el cual, estaba siendo acosado por Hernández Nodar para desertar en cuanto saliera del país. Con esto le levantaron la sanción y luego le dieron otras prebendas. Resulta increíble la distancia tan estrecha que hay entre héroe y traidor en este país.

Juan Ignacio Hernández Nodar, fue finalmente sancionado a 15 años de cárcel. Tres veces el máximo de la sanción que le endilgaron en flagrante arbitrariedad jurídica, para saciar el rencor de Fidel Castro. Al llegar a la prisión Combinado del Este, estuvo a punto de suicidarse, trauma del cual no pudo recuperarse nunca. Fue humillado y vejado. Vivió sumiso a las autoridades, renunció por escrito a ser considerado preso político. También a las visitas de la SINA, a la cual tenía derecho como ciudadano americano. Y así vivió durante 11años, 7 meses y 3 días; luego le pusieron en libertad condicional hasta extinguir los 15 años de cárcel.

El irreflexivo Comandante, asegura que los peloteros cubanos son el más conspicuo paradigma de atleta amateur. Pero, como reza el refranero popular: “dime de qué presumes y te diré de que careces”. En la realidad son profesionales estafados, a quienes se les paga una miseria mediante un procedimiento fraudulento. Con el empeño de darles la fachada de amateur, se les paga por empleos que desconocen totalmente.

La solución al problema como de costumbre es con más represión y espionaje. Ya los atletas no pueden salir solos a la calle, como hacían en los tiempos de Hernández Nodar. Ahora tienen el área restringida y controlada por oficiales de la contrainteligencia, quienes no les pierden pie ni pisada; como si se tratara de prisioneros. Con ello han logrado reducir el número de desertores durante los torneos en el exterior. Pero esos mismos atletas luego de regresar, se escapan del país de forma clandestina, procedimiento que va en aumento.

La cacareada ética del béisbol cubano es un engaño al mundo. Una manipulación propagandística. La nuestra es una pelota en caja cuadrada por el Comandante. Tras el adorno de celofán, están los barrotes.
chavi_glez@yahoo.com

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