jueves, 4 de junio de 2009

LAS ENCRUCIJADAS DEL ARTE ALTERNATIVO, Víctor Manuel Domínguez.



La exposición Orishas en la encrucijada, y el libro de cuentos Pasaporte para las estrellas, dejaron inaugurado el Proyecto de Arte Alternativo Cubano (PAAC), el 14 de junio del año 1996.

Este primer evento, desarrollado en la calle Espada No 161, esquina a Jovellar, en Ciudad de La Habana, marcó las pautas de un proyecto con la intención de aglutinar a cuanto artista y escritor tuviera una obra fuera de sus respectivos circuitos de promoción por razones extra culturales.

El PAAC, inscripto en el Registro de Asociaciones del Ministerio de Justicia de Cuba (MINJUS), el 6 de mayo de 1996, nunca recibió ni aprobación ni negativa para su realización por parte de las autoridades.

Sin embargo, el Departamento de la Seguridad del Estado (DSE) comenzó a presionar a sus gestores y a quienes decidieron dar a conocer sus obras y canalizarlas de forma alternativa a través del proyecto.

Concebido dentro de un pequeño formato ante la imposibilidad de obtener espacios para obras consideradas contrarrevolucionarias, el PACC conformó su catálogo con libros, fotografías, pinturas y cortos cinematográficos que develaban las grietas de una sociedad invisible tras los vitrales de la propaganda oficial.

Heredero de un movimiento pictórico como Arte Calle y otros proyectos culturales que en los años 80 sacaron la crítica social hacia escenarios públicos de la capital, el PACC amplió su campo de acción a través de las mini Galerías de la Libertad, creadas en las Facultades Cívicas.

En estas facultades, espacio abierto por la Comisión Cuba con el objetivo de sistematizar un diálogo abierto sobre todo lo que acontecía en el escenario de la nación, se presentaron libros y exposiciones de integrantes del PAAC, donde se mezclaban arte y realidad en medio de un contexto represivo.

La novela “Operación Caldosa”, rechazada en la Editorial Letras Cubanas por un supuesto carácter subversivo, inauguró, junto a la exposición fotográfica “Crisis Medioambiental: de la catástrofe a la esperanza”, la Facultad Cívica Elena Díaz Versón en la calle Neptuno No. 309, el 26 de noviembre del 2002.

Poco tiempo después, fue exhibida en la casa número 67, en el reparto Capri, de Arroyo Naranjo, sede del movimiento ambientalista NATURPAZ y de la Facultad Cívica “Tocororo”

Además, otras mini galerías abiertas en la ciudad fueron escenarios de presentaciones de libros como Ojo, pinta; Pintores Cubanos en el Período Especial, del poeta y periodista Raúl Rivero, condenado en abril del 2003 a 20 años de privación de libertad por supuestas actividades contrarrevolucionarias.

La exposición “Emigrantes: un arte reflexivo”, del desaparecido pintor Alexis Díaz Machado, que reflejó en 12 piezas la pesadilla recurrente de los cubanos, la fuga del país, tuvo numerosos seguidores durante su recorrido itinerante por la capital.

Otra exposición de gran popularidad no sólo en Ciudad de la Habana, sino también en provincias como Granma, Las Tunas y Holguín, fue “El humor en campo minado”, de Ílei de Jesús Urrutia Álvarez.

En esta exposición de caricaturas, el artista arremete desde la sátira política y la parodia contra los íconos y las acciones de una revolución que semeja La rebelión en la granja y 1984, escritos por George Orwell.

Pero como era de suponer bajo un sistema totalitario, donde según el Premio Nobel nigeriano Wole Soyinka, lo primero que se ataca es la cultura, la mayoría de los integrantes del PAAC, incluido su comité gestor, sucumbieron ante las presiones.

Amenazas, detenciones, encarcelamientos y otros actos represivos por parte de la seguridad del estado, hicieron que muchos abandonaran el proyecto y otros partieran al exilio.

La ola represiva del Marzo del 2003 puso punto final a este proyecto.

Calificado como subversivo y contrarrevolucionario en el libro Los disidentes, que recoge las declaraciones de los 12 espías infiltrados en los diversos grupos alternativos y de la oposición cubana, sólo algunos escritores que integraron el PAAC decidieron seguir y fundaron el Club de Escritores Independientes de Cuba.

Presidido por el periodista, poeta y narrador Jorge Olivera Castillo, autor de los poemarios Confesiones antes del Crepúsculo y En cuerpo y Alma, además del libro de relatos Huésped del Infierno, el club cuenta con más de una treintena de autores editados y otro tanto con publicaciones parciales en revistas, antologías y páginas culturales en Cuba y el exterior.

Obras como Hurrá y otras elegías, de Rogelio Fabio Hurtado, Dime como hablas, de Lucas Garve, Intimidades, de Mileydis Porra, Los vascos en Cuba, de Miguel Iturria, Teatro para niños, de Hugo Araña Sanchoyerto, entre otras, revelan el nivel que ostentan los integrantes del club.

A estos narradores y poetas hay que sumarles, en igualdad de condiciones, las obras aún inéditas en Cuba por razones extra literarias de Juan González Febles, Luis Cino, Odelín Alfonso, Niurka Valdés Rodríguez y Francisco Blanco Sanabria, por sólo nombrar algunos.

Pero no sólo espacio, apoyo y mecanismos de promoción se necesitan, si no talento, y esto sobra entre los integrantes del Club, quienes a través de su obra demuestran cada día que las encrucijadas del arte alternativo son una opción para valientes. Uno de los pocos caminos que conduce hacia la libertad de expresión.
vicmadomingues55@gmail.com

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