jueves, 4 de junio de 2009

UN NÉCTAR CON SABOR HAVANA, Richard Roselló



La Habana, junio 4 de 2009 (SDP) Se llama Marzen, es austriaca de color dorado, pero cubana desde que se comprometió con la doncella Habana. Desde hace cinco años, viajeros de todos los destinos engañan a nuestro verano con esa refrescante y espumosa cerveza, propiedad de la joven firma europea Salm.

No se importa en botellas ni en otro tipo de envases. Más simple. Se fabrica en La Habana Vieja, casco histórico de la ciudad, Patrimonio de la Humanidad desde 1982.

Su cerveza, servida en jarras angostas y tubo dispensador de a tres litros, satisface la compañía de un creciente numero de consumidores. Y mientras pruebas un sorbo entre las tres variedades de cerveza que se fabrican: clara, oscura y negra, disfrutas de una experiencia única.

Los bebedores quedan atrapados bajo la atmósfera de la añeja tasca caribeña y el ir y venir de los paseantes por la plaza. Es una antigua casona de aroma colonial del siglo XVII habanero, con sus gruesos muros y puertas pesadas como una fortaleza. Accedes al interior que guarda el patio central, recogido y tímido, tras avanzar sobre sus losas de piso porosas, contribución de la cantera esclavista. Con su puntal alto, propio del clima, da abundante luz y ventilación.

Se trata de una vivienda ampliada y transformada. Fue propiedad de una Condesa y un Marques, símbolos nobiliarios de la sociedad. Acomodados que importaban alimentos, bebidas costosas y selectas, las cervezas inglesas, alemanas o las del imperio Austro-Húngaro consumidas por los habaneros desde mediado del siglo XIX.

Dos cuartos con pared de cristal permiten observar desde su mesa, las etapas de un proceso industrial a pequeña escala cuyos resultados predicen haber experimentado un desarrollo impetuoso en el gran mundo de las pequeñas cervecerías que se han puesto de moda. Ha sido en consecuencia la síntesis de desvelos de muchos fabricantes en el mundo cervecero. ¿Pero cómo se elabora la cerveza?

En tachos de acero inoxidable con revestimiento de cobre y bronce se lleva a cabo parte del proceso. Desde el molinado de la malta, materia prima importada, sigue la maceración. Luego la filtración, hervidura, sedimentación y enfriamiento. Después pasa al tanque de fermentación o maduración, ubicado en el salón primario rodeado por una barra encerada de caoba. En solo veintiún días se obtiene el mosto. Es decir, la cerveza terminada y lista a salir por las torres dispensadoras.

Se le ha bautizado como Cerveza Plaza Vieja del tipo clara oscura. Su nombre debe a la plaza donde está ubicada. Por cierto, la más antigua de la villa. Une su fecha de nacimiento con la propia ciudad en el siglo XVI, un 16 de noviembre de 1519.

Se alza así en un ángulo de las esquinas de Muralla y San Ignacio, donde encuentras la llamada Taberna de la Muralla. Más que un proyecto socio cultural, guarda una franca complicidad con el entono de edificios barrocos, art nouveau, art deco y otros estilos modernos.

Vislumbran por su curiosidad la muestra museográfica y las antigüedades alrededor. Hablan por si mismas del comercio local y ultramarino de la cerveza en los siglos XVIII y XIX cubano. Diversidades topológicas de botellas de vidrio, losa, cerámica y barriles que sirvieron de depósito a la distribución del precisado líquido. No faltan desde las cajas de botellas con cervezas de factura nacional y estampadas con sus viejas etiquetas hasta aquellos audaces carritos que distribuían la producción a centros de servicio y consumo en la isla.

Pero mientras la Salm preserva a sus empresarios y les facilita experiencias para su éxito, los cubanos ayudan a corregir sus gustos por una sugerencia de su cocina: la receta de la abuela ofertada por la taberna a sus caminantes.
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