Santa Clara, Villa Clara, abril 2 de 2009 (SDP) El 22 de marzo del año 2009, a la celda donde estaba encerrada Idania Yánez Contreras en la sede de la Dirección de Investigación Criminal y Operaciones de la Seguridad del Estado en Villa Clara, entró un supuesto médico clínico para valorarla médicamente y ver el comportamiento de su organismo en su embarazo de 7 semanas.
Después, uno de los oficiales represores le confirmó en un interrogatorio que el galeno era en realidad un psicoterapeuta que la examinó desde el punto de vista psíquico. El teniente coronel Carlos Fidel Rodríguez Machado le dijo a la presidenta de la Coalición Central Opositora que el especialista confirmaba su demencia.
Con esta afirmación se lanzó en un esquema ya trillado por los órganos de contrainteligencia del gobierno castrista: el de lograr el desprestigio de sus oponentes políticos. La descalificación sistemática de sus adversarios es un modelo usado continuamente contra los críticos del Dr. Fidel Castro.
Cuando los tanques pensantes de los Equipos Multi Disciplinarios (EMD) de la represiva arriban a la conclusión de que un disidente al régimen es autentico, solo le queda hacer dos cosas. La primera es amenazarlo de las consecuencias carcelarias de su actitud desafiante, que perjudicaría a él y a su familia. En segundo lugar, propagar a través de sus infiltrados en los grupos de oposición y también los agentes de influencias, la sospecha de que el opositor de marras sea un informante de la Policía Política. Aquí comienzan a manipular todos los sentimientos de incertidumbres que subyacen en las conciencias.
Cuando por sus posiciones ante las distintas maneras en que se manifiestan los procedimientos punitivos (léase amenazas verbales, detenciones, arrestos, golpizas o encarcelamientos), el sujeto pro-demócrata logra crearse un espacio de credibilidad donde no prosperan las sospechas de ser un chivato. Ahí es cuando los oficiales del temido G-2 acuden a su última carta en ese maquiavélico juego. Su objetivo inmediato es lograr a toda costa que sus oponentes políticos pierdan el prestigio que le da tener valor de enfrentarse a la dictadura.
De pronto y como por arte de magia comienzan a surgir espurias historias de anteriores ingresos en hospitales psiquiátricos del opositor o la opositora. Incluso salen a la luz unos traídos por los pelos relatos de parientes, tanto cercanos como lejanos, que enfermaron de la mente.
La cuestión de los represores y su coro de comparsa es demostrar ante la opinión pública nacional o internacional que el adversario del fidelismo está loco de remate y por tanto no se debe confiar en él. Debido a ello no se puede fiar de cualquiera de las denuncias sobre violaciones de los Derechos Humanos.
Algunos luchadores no violentos que poseen una visión distinta al criticado de cómo enfrentar al comunismo, se prestan a corroborar la maniobra de la contrainteligencia sin tener en cuenta dos cosas esenciales: una, que tienen el mismo adversario y la otra, que un día la difamación puede ser contra ellos.
Otra cosa sumamente dolorosa para quienes exponen su pellejo dentro de Cuba por encarar al totalitarismo es el hecho desgarrador de que personas en el exilio con las que se tiene contradicciones en el plano político, se aprovechan para confirmar y hacerle el juego a los embustes de la Seguridad del Estado.
Los más veteranos disidentes plantean que desde el momento en que la Seguridad del Estado difunde afirmaciones de demencia respecto a un opositor, eso da la medida de cuan peligroso lo considera. Por eso, la señora Idania Yánez Contreras, lejos de sentirse ofendida, debe hacer una ponderación a su supuesta locura.
cocofari62@yahoo.com
Después, uno de los oficiales represores le confirmó en un interrogatorio que el galeno era en realidad un psicoterapeuta que la examinó desde el punto de vista psíquico. El teniente coronel Carlos Fidel Rodríguez Machado le dijo a la presidenta de la Coalición Central Opositora que el especialista confirmaba su demencia.
Con esta afirmación se lanzó en un esquema ya trillado por los órganos de contrainteligencia del gobierno castrista: el de lograr el desprestigio de sus oponentes políticos. La descalificación sistemática de sus adversarios es un modelo usado continuamente contra los críticos del Dr. Fidel Castro.
Cuando los tanques pensantes de los Equipos Multi Disciplinarios (EMD) de la represiva arriban a la conclusión de que un disidente al régimen es autentico, solo le queda hacer dos cosas. La primera es amenazarlo de las consecuencias carcelarias de su actitud desafiante, que perjudicaría a él y a su familia. En segundo lugar, propagar a través de sus infiltrados en los grupos de oposición y también los agentes de influencias, la sospecha de que el opositor de marras sea un informante de la Policía Política. Aquí comienzan a manipular todos los sentimientos de incertidumbres que subyacen en las conciencias.
Cuando por sus posiciones ante las distintas maneras en que se manifiestan los procedimientos punitivos (léase amenazas verbales, detenciones, arrestos, golpizas o encarcelamientos), el sujeto pro-demócrata logra crearse un espacio de credibilidad donde no prosperan las sospechas de ser un chivato. Ahí es cuando los oficiales del temido G-2 acuden a su última carta en ese maquiavélico juego. Su objetivo inmediato es lograr a toda costa que sus oponentes políticos pierdan el prestigio que le da tener valor de enfrentarse a la dictadura.
De pronto y como por arte de magia comienzan a surgir espurias historias de anteriores ingresos en hospitales psiquiátricos del opositor o la opositora. Incluso salen a la luz unos traídos por los pelos relatos de parientes, tanto cercanos como lejanos, que enfermaron de la mente.
La cuestión de los represores y su coro de comparsa es demostrar ante la opinión pública nacional o internacional que el adversario del fidelismo está loco de remate y por tanto no se debe confiar en él. Debido a ello no se puede fiar de cualquiera de las denuncias sobre violaciones de los Derechos Humanos.
Algunos luchadores no violentos que poseen una visión distinta al criticado de cómo enfrentar al comunismo, se prestan a corroborar la maniobra de la contrainteligencia sin tener en cuenta dos cosas esenciales: una, que tienen el mismo adversario y la otra, que un día la difamación puede ser contra ellos.
Otra cosa sumamente dolorosa para quienes exponen su pellejo dentro de Cuba por encarar al totalitarismo es el hecho desgarrador de que personas en el exilio con las que se tiene contradicciones en el plano político, se aprovechan para confirmar y hacerle el juego a los embustes de la Seguridad del Estado.
Los más veteranos disidentes plantean que desde el momento en que la Seguridad del Estado difunde afirmaciones de demencia respecto a un opositor, eso da la medida de cuan peligroso lo considera. Por eso, la señora Idania Yánez Contreras, lejos de sentirse ofendida, debe hacer una ponderación a su supuesta locura.
cocofari62@yahoo.com
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