Vedado, La Habana, 2 de abril de 2009 (SDP) Periodistas cubanos en el exterior y corresponsales extranjeros en La Habana, confirman la flaqueza de las fuerzas prodemocráticas dentro de la isla. No les falta algo de razón, aunque observan los toros desde la barrera. Las organizaciones y líderes comprometidos con la modernización del país, enfrentan dificultades y retos, que superan ampliamente su capacidad de resolución.
La escisión creada en el Proyecto de Bibliotecas Independientes, a finales de 2008, o el desconocimiento de los gobiernos del mundo a las violaciones de los Derechos Humanos en Cuba, así como a las fuerzas que claman por la libertad, son botones de muestra, para los pregoneros de la debilidad prodemocrática nacional. Sin embargo, otra percepción se desarrolla al centro insular del pensamiento republicano.
La salida del poder de Fidel Castro Ruz, luego de 48 años, creó expectativas en los grupos móviles de la ciudadanía. Las incoherencias del gobierno bicéfalo Raúl Castro-José Machado, con sus avances y retrocesos, provoca: terror en los estratos burocráticos del partido. Así como el movimiento acéfalo de los “agentes de cambio”, al interior del gobierno.
Las burradas del tándem, aceleran a contracorriente, la tendencia a la modernización del país y al aumento considerable de los grupos de personas que se adscriben a las fuerzas prodemocráticas. Los “nuevos disidentes”, llegan de todas las procedencias, sectores y regiones del país. Es parte del cambio de lealtades, propio de la transición política. Dos baluartes para este juicio, son el sostenido crecimiento del periodismo y de las bibliotecas independientes. El primero con nuevos y sólidos proyectos. El segundo con el aumento cuantitativo y cualitativo de sus entidades de base.
Las viejas y nuevas fórmulas de participación, abiertas o solapadamente contestatarias, crean una fuerza política emergente, definida por la juventud política, la reformulación del discurso contestatario, la inestabilidad, la ausencia de definiciones, la búsqueda de herramientas ejecutivas y las fuertes presiones que reciben de todos lados.
Esta complejidad nos pone ante un rico escenario: constante nacimiento de organizaciones regionales y comunitarias; redefinición de objetivos a corto y largo plazo en las organizaciones Pro democráticas; así como alianzas y rupturas entre estas, de manera acelerada.
En ese escenario, los cismas o rupturas son vistos como símbolos de debilidad, en vez de formas de crecimiento. La tesis de Héctor Palacios: “las fuerzas democráticas no se dividen, se multiplican”, gana espacio con la observación objetiva del caso.
El desarrollo de la competencia entre las diferentes organizaciones y proyectos, permite el ajuste de agendas más eficientes y pragmáticas. Los objetivos de dar más servicios con mayor calidad, de dar un uso más eficiente a los recursos se unen a la necesidad de encontrar patrocinadores, más potentes. La transparencia en el uso de los fondos recibidos y de la toma de decisiones se vuelve piedra de toque en esta competencia diaria por sobrevivir, como organización.
Gracias a la escisión en el proyecto de bibliotecas, por cierto, sólo reflejado en la prensa seis meses después, el público conoció como se usaron los fondos obtenidos por diferentes patrocinadores. Cuantos de estos fondos se enviaban a Cuba y cuantos en viajes no relacionados directamente con el proyecto.
Moraleja, los que se adapten a las nuevas formas de trabajo, sobrevivirán. Los otros se convertirán en referencia de lo que no se debe hacer, para construir la democracia.
Quienes ven en la escisión del proyecto de bibliotecas independientes, retroceso, deben recordar, que a principios del 2007, un grupo de patriotas decidió lanzar el proyecto Comité de Relatores de Derechos Humanos. En ese momento, se percibió como una duplicidad de tareas sin mayores beneficios para el trabajo de denuncia de las violaciones de los derechos humanos. Otros, como un desafío a la consagrada Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional. Hubo quienes pensaron que con ese objetivo, se trataba de una maniobra más de la dictadura. Sin embargo, la práctica demostró lo erróneo de esas percepciones. Cada proyecto hace su trabajo, según su visión y estrategia. La denuncia a las violaciones gubernamentales, se diversificaron. Aumentó su peso informativo y ganó en inmediatez.
Al igual que hace dos años, los que lloran hoy por el cisma bibliotecario independiente, pueden secarse las lágrimas. Las dos tendencias que se desarrollan, si intentan sobrevivir, fortalecerán el proyecto en general: aumentaran las bibliotecas en el país, aumentará el volumen de títulos y la cantidad de servicios ofertados a la población, aumentaran los fondos y los patrocinadores. Todo eso gracias a la ruptura del monopolio y al nacimiento de la competencia entra entidades.
Eso no quiere decir aun competividad, pero es el camino.
aleagapesant@yahoo.es
La escisión creada en el Proyecto de Bibliotecas Independientes, a finales de 2008, o el desconocimiento de los gobiernos del mundo a las violaciones de los Derechos Humanos en Cuba, así como a las fuerzas que claman por la libertad, son botones de muestra, para los pregoneros de la debilidad prodemocrática nacional. Sin embargo, otra percepción se desarrolla al centro insular del pensamiento republicano.
La salida del poder de Fidel Castro Ruz, luego de 48 años, creó expectativas en los grupos móviles de la ciudadanía. Las incoherencias del gobierno bicéfalo Raúl Castro-José Machado, con sus avances y retrocesos, provoca: terror en los estratos burocráticos del partido. Así como el movimiento acéfalo de los “agentes de cambio”, al interior del gobierno.
Las burradas del tándem, aceleran a contracorriente, la tendencia a la modernización del país y al aumento considerable de los grupos de personas que se adscriben a las fuerzas prodemocráticas. Los “nuevos disidentes”, llegan de todas las procedencias, sectores y regiones del país. Es parte del cambio de lealtades, propio de la transición política. Dos baluartes para este juicio, son el sostenido crecimiento del periodismo y de las bibliotecas independientes. El primero con nuevos y sólidos proyectos. El segundo con el aumento cuantitativo y cualitativo de sus entidades de base.
Las viejas y nuevas fórmulas de participación, abiertas o solapadamente contestatarias, crean una fuerza política emergente, definida por la juventud política, la reformulación del discurso contestatario, la inestabilidad, la ausencia de definiciones, la búsqueda de herramientas ejecutivas y las fuertes presiones que reciben de todos lados.
Esta complejidad nos pone ante un rico escenario: constante nacimiento de organizaciones regionales y comunitarias; redefinición de objetivos a corto y largo plazo en las organizaciones Pro democráticas; así como alianzas y rupturas entre estas, de manera acelerada.
En ese escenario, los cismas o rupturas son vistos como símbolos de debilidad, en vez de formas de crecimiento. La tesis de Héctor Palacios: “las fuerzas democráticas no se dividen, se multiplican”, gana espacio con la observación objetiva del caso.
El desarrollo de la competencia entre las diferentes organizaciones y proyectos, permite el ajuste de agendas más eficientes y pragmáticas. Los objetivos de dar más servicios con mayor calidad, de dar un uso más eficiente a los recursos se unen a la necesidad de encontrar patrocinadores, más potentes. La transparencia en el uso de los fondos recibidos y de la toma de decisiones se vuelve piedra de toque en esta competencia diaria por sobrevivir, como organización.
Gracias a la escisión en el proyecto de bibliotecas, por cierto, sólo reflejado en la prensa seis meses después, el público conoció como se usaron los fondos obtenidos por diferentes patrocinadores. Cuantos de estos fondos se enviaban a Cuba y cuantos en viajes no relacionados directamente con el proyecto.
Moraleja, los que se adapten a las nuevas formas de trabajo, sobrevivirán. Los otros se convertirán en referencia de lo que no se debe hacer, para construir la democracia.
Quienes ven en la escisión del proyecto de bibliotecas independientes, retroceso, deben recordar, que a principios del 2007, un grupo de patriotas decidió lanzar el proyecto Comité de Relatores de Derechos Humanos. En ese momento, se percibió como una duplicidad de tareas sin mayores beneficios para el trabajo de denuncia de las violaciones de los derechos humanos. Otros, como un desafío a la consagrada Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional. Hubo quienes pensaron que con ese objetivo, se trataba de una maniobra más de la dictadura. Sin embargo, la práctica demostró lo erróneo de esas percepciones. Cada proyecto hace su trabajo, según su visión y estrategia. La denuncia a las violaciones gubernamentales, se diversificaron. Aumentó su peso informativo y ganó en inmediatez.
Al igual que hace dos años, los que lloran hoy por el cisma bibliotecario independiente, pueden secarse las lágrimas. Las dos tendencias que se desarrollan, si intentan sobrevivir, fortalecerán el proyecto en general: aumentaran las bibliotecas en el país, aumentará el volumen de títulos y la cantidad de servicios ofertados a la población, aumentaran los fondos y los patrocinadores. Todo eso gracias a la ruptura del monopolio y al nacimiento de la competencia entra entidades.
Eso no quiere decir aun competividad, pero es el camino.
aleagapesant@yahoo.es
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