La Habana Vieja, La Habana, 2 de abril de 2009, (SDP) Desde que triunfó la Revolución cubana de 1959 la literatura cubana se dividió en dos grupos: la oficial, y la contrarrevolucionaria. Se podría decir que la oficial ha estado compuesta de escritores cobardes, y la contrarrevolucionaria de hombres y mujeres valientes. En realidad el segundo grupo trata de escritores libres e independientes. Pero el Estado es quien se atribuyó el derecho de decir qué es políticamente correcto. En el bando de los escritores libres podemos contar a los más conocidos como son Reinaldo Arenas, René Ariza, Nelson Rodríguez (que fue fusilado cuando intentó robarse un avión para salir de Cuba desde Isla de Pino), Heberto Padilla (que marcó un antes y un después con su libro “Fuera de Juego”), y muchos más que se han exiliado y hasta ya están muertos como Guillermo Cabrera Infante.
Los que se quedaron, los que le hicieron el juego al gobierno, los que sabían que esto era una dictadura, los que tenían horas de vuelo para interpretar realmente lo que se escondía detrás de las palabras pronunciadas por Fidel Castro Ruz en la Biblioteca Nacional en sus palabras a los intelectuales: “Dentro de la Revolución todo, fuera de la Revolución nada”, no defendieron el futuro de la literatura cubana. Ese papel les tocaba a ellos, no a nosotros que en aquellos años éramos niños, adolescentes, y no habíamos nacido. Esos jamás escribieron un libro que valiera mencionar aquí. Esos escritores oficiales jamás tuvieron talento para escribir y la dictadura les vino como anillo al dedo para justificar su fracaso creador. Y como no tenían con qué escribir sus libros se refugiaron en la Metatranca teórica que nadie entiende, ni siquiera ellos.
No puedo estar en contra de los lingüistas y sus derivaciones más especializadas que intentan encontrar un patrón universal de todas las lenguas del mundo. Pero los escritores oficiales como no tenían cojones para decir la verdad (ni talento) se apropiaron del modo de decir de estos científicos del lenguaje para escribir sus novelas, cuentos, poemas, y demás mamotretos. Se auto engañaron y creyeron que así se burlaban del ‘Departamento de las Metáforas’ adscrito a la Dirección General de Contra Inteligencia de Cuba.
Incluso, se podía ser hasta aliado de la Revolución, y si el escritor tenía talento, los libros salían bien, como fueron los casos de Norberto Fuentes, Eduardo Heras León, y el poeta medio loco Hirám Prat.
A continuación vamos a parodiar a modo de ejemplo algunos giros del lenguaje metatrancoso:
“Advertir en el texto la huella del paso de otros seres y otros cuerpos, compartir el ser del otro, su angustia… La obra de Fulano de Tal deconstruye el antropomorfismo escritural no sólo implicando en un todo coherente partes del mundo conceptual o praxis, sino también deconstruyendo cada una de esas partes. En la totalidad de su discurso, heterogéneo e irreductible, cada fragmento se hace coextensivo e interminable en sí mismo por las múltiples mutaciones que prefigura, aplazando indefinidamente el encuentro con su propio límite, ensayando todas las apariencias posibles del hombre y de Dios, refigurando en un concierto infinito de indicadores aquello que escapa a toda reproducción. En el origen y desarrollo incesante de estas metamorfosis hay siempre una metáfora de la creación.”
Quiere decir que toda esta monserga cobarde que terminada de escribir carece de valor es lo que nuestros ilustres escritores oficiales escribieron a lo largo de medio siglo. Esto es lo único que está garantizado en un régimen totalitario si Ud. no tiene cojones y, por sobre todas las cosas, carece de talento.
Cuando hay talento hasta los escritores más sin cojones se rebelan, gritan, patalean, buscan algún modo de hacerse oír, escuchar, sentir. Lo que la literatura oficial no hizo en 50 años, la prensa independiente lo hace desde el año 1995. Nuestros bisnietos sabrán lo que ocurrió en la Cuba de los Castro a través de los periodistas tildados de gusanos, traidores, mercenarios. A nosotros la Historia sí nos Absolverá y jamás seremos olvidados.
ramon597@correodecuba.cu
NOTA: Texto dedicado a Guillermo Cabrera Infante, Virgilio Piñera, José Lezama Lima, Heberto Padilla, Lino Novás Calvo, René Ariza, y todos los escritores cubanos que de algún modo u otro se enfrentaron al abuso ideológico de la Revolución cubana.
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