Jaimanitas, La Habana, abril 2 de 2009 (SDP) El pasado miércoles 18 de marzo, en el libelo de Internet identificado como Cambios en Cuba-Victoria, con la firma de M. H. Lagardek, se publicó un artículo bajo el título de: “Ni periodistas ni Independientes”, que es toda una afrenta contra los prisioneros de conciencia del grupo de los 75 que ese día cumplieron 6 años en las cárceles y de los cuales la gran mayoría eran periodistas independientes.
El artículo, por su estructura cargada de adjetivos peyorativos, por su manipulada lógica, por su impenitencia de faltar a la verdad y su contumaz manía de presentar al mundo de acuerdo a su conveniencia, como quien cambia de nombre a los colores, hace palmario que su autoría no es de quien firma.
Es el estilo muy conocido de las Mesas Redondas Informativas de la televisión cubana, cuyos periodistas-ponentes dejan de ser tales, descalificación que proviene de habérseles reconocido como altos oficiales de los Órganos de Inteligencia y Contrainteligencia de este gobierno.
Si se observa detenidamente esta publicación, se podrá apreciar con claridad que en lugar de periodismo, estamos en presencia de un informe de los servicios de contrainteligencia elaborado en las oficinas de la policía política. Y si escrutamos más allá resaltará la impronta de Fidel Castro, para quien el espionaje y la propaganda son herramientas que no deposita en otras manos. Tan es así, que el maestro de aquello de que una mentira repetida muchas veces se trastoca en verdad, ha devenido en alumno. Y padecemos tanto de esto que no hay yerro en afirmar: Mesa Redonda, Seguridad del Estado y Fidel Castro son cual la trinidad, la misma cosa (con el perdón de Dios y la sagrada escritura).
Es el hombre que le ocultó al pueblo sus propósitos comunistas asegurándole que “la revolución era tan verde cómo las palmas”, cuando en realidad era roja como la sangre. Y mucha se ha tenido que derramar para satisfacer su egolatría, pues en su afán de ser Goliat, nos enfrentó con el vecino del norte sin mediar razón para ello. Nuestra historia lo demuestra en su devenir, hay mucho más para agradecerles a aquellos que para reprocharles.
Fue este señor quien desató la tragedia. Gran parte de la población carenó en las playas del vecino país y más de la mitad le seguiría los pasos si pudiera, como se palpa en las solicitudes para emigrar. De agredido devino en un agresor contumaz contra el vecino y contra el propio pueblo. Ha llevado las cosas a tal punto que cualquier desaprobación disidente de su proyecto de beneficio personal a costa del perjuicio de todos, es tomada como una agresión del imperialismo y su autor tildado de mercenario entre otros epítetos.
Más de mil patriotas perdieron la vida por oponérsele, otros miles hemos languidecido en las infernales prisiones, víctimas de su desbordante odio. Siempre se ha quejado de ser espiado por la potencia del norte, pero no tiene en sus ergástulas a un solo hombre vinculado con la inteligencia extranjera. Las decenas de condenados por espionaje que hay allí, fueron víctimas de provocaciones o simplemente se le endilgó tal denominación. Sin embargo, en los últimos 10 años alrededor de 20 personas han sido sorprendidos in fraganti en Norteamérica, trabajando para la inteligencia cubana, infiltrados en el Pentágono, en bases militares y otros.
Un ejemplo de ello es la denominada “Red Avispa”, a la cual pertenecen 5 espías que la propaganda castrista ha cambiado de color a fuerza de machacar y repetir al viejo estilo goebbeliano. Se les presenta como “luchadores antiterroristas” en un clamor prefabricado con el concurso de sus acólitos y comprometidos en todo el mundo. Así se armó el tinglado para promover su excarcelación y en este empeño se echa mano a cualquier recurso y de ahí surgió el problema de los 75.
A poco de tener lugar la Primavera Negra, un periodista preguntó al entonces Ministro de Relaciones Exteriores Felipe Pérez Roque si la condena de los 75 perseguía el objeto de usarles como carta para cambiarles por los 5 espías, cosa que este rechazó. Pero el tiempo se ha encargado de desmentirle. Se conoce que a instancia del gobierno cubano, el Vaticano hizo una propuesta al de Estados Unidos para canjear a los espías por la liberación de todos los prisioneros políticos.
La propuesta puede parecer atractiva, sobre todo para quienes padecen en aquellas mazmorras y sus familiares. Pero en el fondo hay una maldad corrosiva: si se aceptara tal cosa, se nos estaría reconociendo tácitamente como soldados del imperio y con ello, quedarían aceptadas como válidas todas las infamias de que nos acusa el régimen, abundantes en el libelo que firma M. H. Lagardek. Por ello resulta inaceptable la propuesta para nosotros. Para Norteamérica me imagino que sea totalmente improcedente, toda vez que no somos su problema. Sin embargo, si los Castro propusieran una garantía de que no habrá más espías cubanos por allá, entonces sería otra cosa.
Sin lugar a dudas, el panfleto ya elaborado en las oficinas de la policía política, le fue entregado al Sr. M. H. Lagardek con el propósito de que agregara su nombre y algunas escasas pinceladas para atribuirse la autoría de algo que él no escribió. Prueba lo anterior, dos cosas: la fecha de publicación que denota una estrategia política subyacente y el estar acompañado el escrito por el título de graduación de Oscar Mario González, que le fuera ilegalmente ocupado en un operativo del Departamento 21 del DGCI.
No le explicaron que los opositores, comenzamos a hacer periodismo en la década de los años 80 de forma muy rudimentaria, a todo riesgo y en las peores condiciones. Nosotros, señor, empuñando el estandarte de la dignidad humana, protestamos en nuestro nombre, en el de nuestra familia, el de los amigos, en el del pueblo atemorizado y muy probablemente en el suyo. Para ello renunciamos a vivir y enfrentamos el infierno de las prisiones. Los hombres así no se doblegan ante nadie y mucho menos ante el extranjero. Merecemos cuando menos, que quienes no tienen el valor de sacrificarse, tengan al menos el pudor de callarse; pero tal vez eso es mucho pedirle.
No recibimos salario. Lamentablemente la ayuda que nos llega es exigua. Si recibiéramos 31 millones como dice, ya hace rato se habría acabado la pesadilla cubana pues sin duda se nos sumarían mucha gente que hoy está a su lado. Lo que reciben nuestros periodistas por su trabajo, no paga ni remotamente el riesgo que implica. El problema es que su gobierno le paga a los trabajadores de hoy, el 40% del salario de la década de los años 50. Y ante tal miseria, cualquier suma, por modesta que sea, se echa a ver. Aunque posiblemente usted no se percate de ello, pues de seguro andará muy ocupado en recoger las prebendas que reciben los de su condición y ni hablar de protestar por tales abusos, de eso se ocupan los hombres con decoro como nosotros.
Si Norteamérica nos brinda becas para nuestros hijos discriminados por su revolución, es cosa buena, acaso su gobierno no se la brinda a los de allá. Lo inaceptable es que aquellos puedan venir, mientras los nuestros no puedan ir.
Hay quien señala como incorrecto que las sedes diplomáticas se conviertan en centros de enseñanzas, pero en los casos excepcionales como el nuestro es legítimo, es lo menos que nuestro esfuerzo merece, malo sería dar armas como ha sido costumbre de este régimen. Además, ¿no estuvo bien que aquella universidad inglesa preparara y diplomara a Nelson Mandela? ¡Entonces!
Le devuelvo la moneda señor M. H. Lagardek, todos sabemos que usted de independiente no tiene un pelo. No se atreve a escribir lo que quisiera porque sabe que aunque sea comunista, si acaso lo es, se buscaría un problema. Puede que esté bien ilustrado, pero de ahí a hacer periodismo va un tramo. Por tanto, usted ni es independiente ni hace periodismo.
primaveradigital@gmail.com
El artículo, por su estructura cargada de adjetivos peyorativos, por su manipulada lógica, por su impenitencia de faltar a la verdad y su contumaz manía de presentar al mundo de acuerdo a su conveniencia, como quien cambia de nombre a los colores, hace palmario que su autoría no es de quien firma.
Es el estilo muy conocido de las Mesas Redondas Informativas de la televisión cubana, cuyos periodistas-ponentes dejan de ser tales, descalificación que proviene de habérseles reconocido como altos oficiales de los Órganos de Inteligencia y Contrainteligencia de este gobierno.
Si se observa detenidamente esta publicación, se podrá apreciar con claridad que en lugar de periodismo, estamos en presencia de un informe de los servicios de contrainteligencia elaborado en las oficinas de la policía política. Y si escrutamos más allá resaltará la impronta de Fidel Castro, para quien el espionaje y la propaganda son herramientas que no deposita en otras manos. Tan es así, que el maestro de aquello de que una mentira repetida muchas veces se trastoca en verdad, ha devenido en alumno. Y padecemos tanto de esto que no hay yerro en afirmar: Mesa Redonda, Seguridad del Estado y Fidel Castro son cual la trinidad, la misma cosa (con el perdón de Dios y la sagrada escritura).
Es el hombre que le ocultó al pueblo sus propósitos comunistas asegurándole que “la revolución era tan verde cómo las palmas”, cuando en realidad era roja como la sangre. Y mucha se ha tenido que derramar para satisfacer su egolatría, pues en su afán de ser Goliat, nos enfrentó con el vecino del norte sin mediar razón para ello. Nuestra historia lo demuestra en su devenir, hay mucho más para agradecerles a aquellos que para reprocharles.
Fue este señor quien desató la tragedia. Gran parte de la población carenó en las playas del vecino país y más de la mitad le seguiría los pasos si pudiera, como se palpa en las solicitudes para emigrar. De agredido devino en un agresor contumaz contra el vecino y contra el propio pueblo. Ha llevado las cosas a tal punto que cualquier desaprobación disidente de su proyecto de beneficio personal a costa del perjuicio de todos, es tomada como una agresión del imperialismo y su autor tildado de mercenario entre otros epítetos.
Más de mil patriotas perdieron la vida por oponérsele, otros miles hemos languidecido en las infernales prisiones, víctimas de su desbordante odio. Siempre se ha quejado de ser espiado por la potencia del norte, pero no tiene en sus ergástulas a un solo hombre vinculado con la inteligencia extranjera. Las decenas de condenados por espionaje que hay allí, fueron víctimas de provocaciones o simplemente se le endilgó tal denominación. Sin embargo, en los últimos 10 años alrededor de 20 personas han sido sorprendidos in fraganti en Norteamérica, trabajando para la inteligencia cubana, infiltrados en el Pentágono, en bases militares y otros.
Un ejemplo de ello es la denominada “Red Avispa”, a la cual pertenecen 5 espías que la propaganda castrista ha cambiado de color a fuerza de machacar y repetir al viejo estilo goebbeliano. Se les presenta como “luchadores antiterroristas” en un clamor prefabricado con el concurso de sus acólitos y comprometidos en todo el mundo. Así se armó el tinglado para promover su excarcelación y en este empeño se echa mano a cualquier recurso y de ahí surgió el problema de los 75.
A poco de tener lugar la Primavera Negra, un periodista preguntó al entonces Ministro de Relaciones Exteriores Felipe Pérez Roque si la condena de los 75 perseguía el objeto de usarles como carta para cambiarles por los 5 espías, cosa que este rechazó. Pero el tiempo se ha encargado de desmentirle. Se conoce que a instancia del gobierno cubano, el Vaticano hizo una propuesta al de Estados Unidos para canjear a los espías por la liberación de todos los prisioneros políticos.
La propuesta puede parecer atractiva, sobre todo para quienes padecen en aquellas mazmorras y sus familiares. Pero en el fondo hay una maldad corrosiva: si se aceptara tal cosa, se nos estaría reconociendo tácitamente como soldados del imperio y con ello, quedarían aceptadas como válidas todas las infamias de que nos acusa el régimen, abundantes en el libelo que firma M. H. Lagardek. Por ello resulta inaceptable la propuesta para nosotros. Para Norteamérica me imagino que sea totalmente improcedente, toda vez que no somos su problema. Sin embargo, si los Castro propusieran una garantía de que no habrá más espías cubanos por allá, entonces sería otra cosa.
Sin lugar a dudas, el panfleto ya elaborado en las oficinas de la policía política, le fue entregado al Sr. M. H. Lagardek con el propósito de que agregara su nombre y algunas escasas pinceladas para atribuirse la autoría de algo que él no escribió. Prueba lo anterior, dos cosas: la fecha de publicación que denota una estrategia política subyacente y el estar acompañado el escrito por el título de graduación de Oscar Mario González, que le fuera ilegalmente ocupado en un operativo del Departamento 21 del DGCI.
No le explicaron que los opositores, comenzamos a hacer periodismo en la década de los años 80 de forma muy rudimentaria, a todo riesgo y en las peores condiciones. Nosotros, señor, empuñando el estandarte de la dignidad humana, protestamos en nuestro nombre, en el de nuestra familia, el de los amigos, en el del pueblo atemorizado y muy probablemente en el suyo. Para ello renunciamos a vivir y enfrentamos el infierno de las prisiones. Los hombres así no se doblegan ante nadie y mucho menos ante el extranjero. Merecemos cuando menos, que quienes no tienen el valor de sacrificarse, tengan al menos el pudor de callarse; pero tal vez eso es mucho pedirle.
No recibimos salario. Lamentablemente la ayuda que nos llega es exigua. Si recibiéramos 31 millones como dice, ya hace rato se habría acabado la pesadilla cubana pues sin duda se nos sumarían mucha gente que hoy está a su lado. Lo que reciben nuestros periodistas por su trabajo, no paga ni remotamente el riesgo que implica. El problema es que su gobierno le paga a los trabajadores de hoy, el 40% del salario de la década de los años 50. Y ante tal miseria, cualquier suma, por modesta que sea, se echa a ver. Aunque posiblemente usted no se percate de ello, pues de seguro andará muy ocupado en recoger las prebendas que reciben los de su condición y ni hablar de protestar por tales abusos, de eso se ocupan los hombres con decoro como nosotros.
Si Norteamérica nos brinda becas para nuestros hijos discriminados por su revolución, es cosa buena, acaso su gobierno no se la brinda a los de allá. Lo inaceptable es que aquellos puedan venir, mientras los nuestros no puedan ir.
Hay quien señala como incorrecto que las sedes diplomáticas se conviertan en centros de enseñanzas, pero en los casos excepcionales como el nuestro es legítimo, es lo menos que nuestro esfuerzo merece, malo sería dar armas como ha sido costumbre de este régimen. Además, ¿no estuvo bien que aquella universidad inglesa preparara y diplomara a Nelson Mandela? ¡Entonces!
Le devuelvo la moneda señor M. H. Lagardek, todos sabemos que usted de independiente no tiene un pelo. No se atreve a escribir lo que quisiera porque sabe que aunque sea comunista, si acaso lo es, se buscaría un problema. Puede que esté bien ilustrado, pero de ahí a hacer periodismo va un tramo. Por tanto, usted ni es independiente ni hace periodismo.
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