jueves, 2 de julio de 2009

DECLARACIÓN DE LA ASOCIACIÓN JURÍDICA CUBANA A LA SOCIEDAD CIVIL




“Lo que unge grande al hombre es el desamor de sí por el
beneficio ajeno…un hombre es el instrumento del deber:
así se es hombre”
José Martí


Con profundo estupor y pesadumbre, la Asociación Jurídica Cubana ha venido siguiendo, desde hace unas semanas, una serie de acusaciones que conocidas personas de la oposición política nacional han hecho contra otras también conocidas figuras de la disidencia interna. Estas acusaciones levantan interrogantes sobre la probidad, lealtad y decoro de cubanos que hasta hace poco eran referentes a los que muchos acudieron a por consejo, protección o ayuda.
Este problema se agudiza por el momento en que tiene lugar. Nunca antes en su historia la nación se había visto en una situación tan extremadamente peligrosa para su futuro: aquellos valores que caracterizaron al pueblo cubano se desvanecen a ojos vistas.
El buscar dinero a como de lugar, parece ser el imperativo por excelencia. El carácter solidario para con nosotros mismos, la palabra empeñada, el respeto a las mujeres y a nuestros mayores, el acatamiento de la Ley por la ley misma, la honestidad, la hospitalidad…todo eso parece haber desaparecido dentro del país, en tanto crecen y proliferan sus antípodas.
En ese entorno sombrío, cientos de miles (ya millones) de personas han adoptado una, para ellos, única alternativa: marcharse por cualquier vía, a cualquier precio, aún a riesgo de la vida.
Acudir a los responsables del desastre no tiene sentido. No poseen la capacidad real ni la voluntad para subvertir el orden de cosas. De ellos sólo podemos esperar lo de siempre: su insistencia en descalificar, vilipendiar y acusar, poniendo así un cordón “sanitario” entre los disconformes declarados, y el resto de la población para que no se contaminen los que todavía vacilan o temen. Queda a la sociedad civil cubana buscar los asideros para salir del profundo pozo en que nos encontramos todos.
Es pues ineludible para los que quieren o dicen representar a personas, grupos o a la sociedad civil toda, ser ejemplos reales (no teóricos o demagógicos) de transparencia, lealtad a los valores tradicionales de la cultura nacional e intransigencia en la defensa de esos principios. Hacer otra cosa es contribuir aun más a la pérdida de la fe del pueblo y, como nos enseñó el más grande de todos los cubanos, “los que no tienen fe en su tierra son hombres de siete meses” y “¿Para qué es la fe, sino para enardecer a los que no la tienen?”.
De ser ciertas las acusaciones de marras (y ciertas quiere decir en derecho presentación de pruebas irrebatibles), los responsables quedarían manchados para siempre con los tristes sellos de la corrupción, de la traición y de la ignominia.
De la corrupción, porque habrían caído en lo mismos hechos que lo que dijeron combatir: es sencillamente de demagogos condenar lo que nosotros mismos somos.
De la traición, porque cuando hay cientos de compatriotas en las prisiones sufriendo penurias sin cuento, de decenas de miles sin vivienda y en albergues, de millones con serios problemas de alimentación etc., lucrar con los pocos recursos de que disponen para la causa y embolsillárselos miserablemente, sólo puede tener un calificativo: traición.
De la ignominia, porque a partir de ahora, y por la eternidad, padecerán de la afrenta pública que su actuar les ha ganado.
Por otra parte, pensar que dada la situación actual es posible estafar campantemente a la sociedad civil y escamotearle los escasos recursos para su defensa, ya que nadie pudiera ser acusado legalmente ante las actuales autoridades por actos semejantes, es un pensar, en el mejor de los casos, temerario.
Los que así razonan olvidan que no existen situaciones eternas. Dentro de un año (o de diez), las cosas cambiarán y los que no olvidan (que siempre existen), pudieran entonces reclamar ante la ley por los hechos de hoy… y la Ley escucharlos.
La Asociación Jurídica Cubana, que no se ha subordinado nunca ni jerárquica ni metodológicamente a personalidad u organización política alguna dentro o fuera del país, y cuyas decisiones son tomadas y asumidas por su Junta Directiva integrada por letrados y estudiantes actuales de derecho que radican todos en Cuba, no ignora la desesperanza en que el país está sumido. Sin embargo, para los juristas, los pasos lentos pero ascendentes que el Derecho Internacional Público da para convertir cada vez más firmemente al individuo en sujeto de ese Derecho frente al poder, hasta hace muy poco, omnímodo del Estado, representa una luz cada vez más brillante al final del túnel.
Por todo lo anterior, los hombres (en sentido genérico) podemos perder muchas cosas: la propiedad, el derecho de opinión, la libertad de viajar y otras, incluyendo la vida. Pero lo que no podemos perder en ninguna circunstancia es la dignidad, aunque otros la pierdan.
Que finalice el Maestro: “Cuanto no sea compatible con la dignidad humana, caerá”.

Dado en la Ciudad de La Habana, el 25 de junio de 2009.

Junta Directiva
Asociación jurídica Cubana

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